TRASCENDENCIA
MATEMÁTICA Y POÉTICA
EN EL INFINITO
IRREPRESENTABLE
Si la invención matemática es
trascendente,[1] en tanto
que se dice que es independiente de su lenguaje, o que, expresado de manera
diferente, la dinámica estructural de las matemáticas es lingüísticamente
irrepresentable,[2] la
poesía puede ofrecerse como una ciencia (o un arte) fundamentado en la paradoja,[3]
que muy bien pudiera emparentarse con el arte de la docta ignorancia de los
mínimos geométricos de Giordano Bruno,[4]
sobre todo, porque la poesía, como advertíamos anteriormente,[5]
pertenece a la esfera de la razón, pero también al vasto dominio de lo
irracional. Por eso las antinomias, analogías, ambigüedades… portan el eco de
lo infinito irrepresentable.
La
poesía trasciende la forma (del lenguaje y del mismo número métrico) en tanto
que nos habla del infinito actual, y lo hace mediante las contradicciones, los
símbolos, las metáforas, indagando los vestigios, los reflejos del absoluto, y
expresado todo ello en muchas ocasiones mediante el símbolo y el enigma. Diríase
que en el ámbito de los infinitos matemáticos se derivan los mundos del
infinito poético y viceversa, donde es posible un apriorismo de verdad y de
principios basados en una ciencia (y
arte) paradójico(s), antinómic(os) y por ello trascendente(s).
Por
todo lo anteriormente expuesto cabe deducir que lo trascendental de la
intuición matemática y desde luego también de la poética, está(n) íntimamente
ligada(os) al concepto de libertad, acaso ubicado (¿misteriosamente?) en
nuestra conciencia creativa de donde han de manar todas las acciones de novedad
y regeneración y entendimiento. El matemático, es el sujeto proverbial que no pertenece al mundo, sino que es el límite
del
mundo,[6] en tanto
que, de manera libre y autónoma, discierne sobre el número y sus relaciones con
aquél. Pero, ¿y el poeta? ¿Mantiene una relación de autonomía y libertad
similar a la del matemático? Veremos que en realidad su libertad es singular,
en tanto que, sí, pertenece estrechamente al mundo y libera genuinamente de cualquier
límite.
La
poesía es una manera –diferente en este punto a la matemática- de hacer
converger los puntos contradictorios entre el límite y lo ilimitado en la
conciencia del que accede al entendimiento de lo poético, más allá de la cadena
de deducciones sucesivas[7] que exige el axioma matemático, y es que siendo su ejercicio creativo libre, no se
mostrará atado a determinismo de ninguna especie como sí lo exige el matemático.
La vinculación de la conciencia al mundo a través del lenguaje poético implica
una ontología realmente integradora, cuya unidad de discurso no necesita exclusivamente
de la deducción lógica ni del razonamiento estrictamente conceptual, para
indagar lo definido y lo que carece de límite. La idea del mundo y su realidad
se ofrece más allá de la mera representación, o de la ficción, en la verdadera
poesía, pues ofrece la dimensión espacio temporal en su ilusoria magnitud y
abre una ventana más allá de dichas magnitudes.
La
naturaleza del espacio y del tiempo también fue cuestionada como realidad
última por las mismas matemáticas (Weierstrass, Dedeking, Cantor , Russell…),
no obstante, en poesía adquieren una carta de singular naturaleza. De la
naturaleza espacio temporal en poesía hablaremos en próximas entradas.
Francisco Acuyo
[1] Weil,
S.: Cuadernos, Trotta, Madrid, 2001,
p. 137.
[2] Zellini,
P.: Breve historia del infinito,
Siruela, Madrid, 1991, p. 93.
[3] Acuyo,
F.: Fisiología de un espejismo,
Artecittá, Granada, 2010.
[4] Bruno,
G.: Sobre el infinito universo y los mundos, Orbis, 1984, Madrid, 1981.
[5] Acuyo,
F.: Ancile, Lo irracional poético y el sustrato del infinito poético: http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2017/07/lo-irracional-poetico-y-el-sustrato-del.html
[6]
Wittgenstein, L.: Tractatus, Alianza editorial, Madrid, 1999, 5 632
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