Presentamos para la sección, De juicios, paradojas y apotegmas, del blog Ancile, una nueva entrada que es en realidad un fragmento de una publicación que en breve verá la luz, lleva por título: De la ética y las logomaquias.
DE LA ÉTICA Y LAS LOGOMAQUIAS
Cuando el filósofo epicúreo
advertía: Huye, afortunado, con velas
desplegadas de toda Paideia,[1]
así como cuando hacía aquella otra admonición tan apropósito aun en nuestros
días de: Es necesario no fingir que
filosofamos, sino filosofar realmente, son sentencias que no sólo se
complementan, sino que son colegibles una de la otra. El fingimiento filosófico
es muy parecido al nocivo enmascaramiento de los valores éticos de una
inficionada pedagogía casi siempre interesada. El fingimiento es un gesto de
falsedad que carece de vida y de sustancia. El lenguaje ha sido (y es, por
desgracia, en muchos momentos aún en nuestros días) un instrumento perturbador
de la realidad que puede llevar a la cultura, a la obra del pensamiento, en
palabras de nuestro querido y admirado maestro Emilio Lledó a, un largo sintagma terminológico, en el que
se olvide el paradigma único que puede conjugar el discurso de la razón: a
saber, la felicidad y, por consiguiente, la vida.[2]
El
anterior párrafo de estas palabras liminares tiene el propósito sincero de
mostrar que, no obstante, la generosidad, la solidaridad, como manifestaciones
del Bien, también son posible a través del logos,
de la palabra, pues, al fin y al cabo, ¿de qué está hecho este objeto que
contiene el alma de quienes han puesto lo mejor de sí mismos para esta
aspiración verdadera de fraternidad y adhesión al necesitado? Pero para esto es
bueno reconocer los peligros y los riesgos de la máscara y de las miserias y
falsedades que pueden ocultarse tras la apariencia de los falsos dueños de las
palabras. Pero, he aquí que, el logos,
la palabra, puede ser objeto especial de comunicación libre, verdadera y, una
vez llevada a cabo la terapia del reconocimiento de nuestras propias
deformaciones más execrables, exponernos ante el milagro de lo fraternal y
verdadero, precisamente a través de la misma palabra.
Francisco Acuyo
[1] Paideia: educación, formación, y en el
sentido que querían atribuir los filósofos del jardín, aquella instrucción,
enseñanza viciada a propósito para malear las almas todavía inmaculadas del
infante, para el interesado influjo de élites o ideologías..
No hay comentarios:
Publicar un comentario