RETÓRICA DE LOS LÍMITES EXPRESIVOS
Y CONCEPTUALES EN LA CIENCIA
(¿Y LA FILOSOFÍA?)
Cuando pretendemos explicar objetos, fenómenos, estructuras a la luz de la física (por ejemplo relativista, cuántica, del caos…) mediante un lenguaje (ordinario, filosófico e incluso lógico y matemático) los límites para una explanación comprensible se hacen cada vez más evidentes. El recurso a la metáfora, la sinécdoque, la metonimia, las analogías,… son extraordinariamente recurrentes. Esta observación es muy pertinente, no solo para poner de manifiesto la interrogante: ¿hasta qué punto los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo?[1] También para conjeturar: ¿hasta dónde los límites del conocimiento no son también los límites del lenguaje? Vemos, por ejemplo, que la física recurre a denominaciones curiosas (¿plenamente metafóricas?) como la de agujeros negros[2]. Volviendo a la analogía expuesta al principio con la muerte[3] (como extinción total de la conciencia –entendida en este caso como la capacidad de gestionar información- en los seres y entidades que la tienen, extendiéndose a todas aquellas entidades físicas que la transmiten –la información, decimos) expone una problemática que es de interés observar a luz de la potencia expresiva como a los mismos límites del lenguaje. Pero antes debo exponer una nueva
Pero, a modo de
inciso (que relacionaremos más tarde), diremos, volviendo al asunto de la explicación
y derivaciones conceptuales sobre la estructura y comportamiento de los
agujeros negros (y su termodinámica), que cabe colegirse de su deducción
físico-matemática[4],
primero, y su constatación experimental, después[5], su gran influencia en las deducciones sobre la naturaleza del espacio-tiempo-,
entidad fundamental en los propósitos expositivos de estas reflexiones, si
luego queremos emparentarlas con el concepto de vacío, nada y muerte y sus representaciones conceptuales y lingüístico expresivas.
Será muy conveniente añadir que de las
diversas teorías sobre la naturaleza del espacio-tiempo- (las basadas en el principio
holográfico,[6] la
teorías de cuerdas, …), comparten un principio común relacionista. Para explicar
la constitución del cosmos y del espacio
que ocupa la física emparenta, de manera inevitable, con el ámbito de conceptualización, expresión y sistemática filosófica, concretamente con el discurso filosófico de Leibniz y su visión relacionista,
mediante la cual se infiere que el espacio no es sino el resultado de las interacciones que componen los
objetos que están en él situados, y que hoy parece tener una especial preponderancia
teórica en las nuevas cosmologías, así como en las interacciones entre los objetos
(subatómicos) que pueblan el espacio, entrelazamiento cuántico[7].
Serán pues, los patrones de conectividad los que determinarán las relaciones de
los objetos y la estructura íntima del espacio. Todo parece indicar que en el
mismo vacío, en ausencia de partículas, el fenómeno del entrelazamiento, en los
campos electromagnéticos o de otro tipo, se mantendrán entrelazados[8].
Esto hace pensar que la continuidad del espacio(-tiempo) es un hecho y que
incluso en los agujeros negros este fenómeno de entrelazamiento se mantiene
entre las partículas que están en el agujero negro y las entrelazadas fuera de
él. Como curiosidad, hay físicos que teorizan que, el agujero negro y la
emisión de radiación (de Hawking) generaría un agujero de gusano[9]
[10](una
puerta trasera del agujero negro)[11]
mediante el que podría conservarse la información y por tanto se garantizaría
la reversibilidad de las leyes físicas anteriormente cuestionadas[12].
Abundando
sobre lo anteriormente expuesto creo que merece la pena detenerse en las
expresiones, descripciones y definiciones traídas al caso por la física (y otras
disciplinas científicas), para nominar determinados fenómenos estudiados por
aquella y que en su esfuerzo de denominación recurren a palabras, acepciones y sintagmas que pueden calificarse como propios del discurso retórico o de figuras figuras literarias que en no pocos casos entran ya en los dominios de lo que se denomina función poética.. Vimos hace apenas unas líneas atrás la expresión –el sintagma- agujero
de gusano. Al margen de las analogías y ambigüedades que puedan resultar del
uso (y del abuso) de estas expresiones, parece innegable que el lenguaje parece
retorcerse semánticamente para salvar aquellos límites de significado que
puedan acercarse a la realidad física que pretenden describir. Esto plantea una
nueva duda, a saber: ¿puede definirse o al menos referirse al espacio-tiempo-
de manera directa, constatando su realidad y transcribiéndola lingüísticamente? ¿O,
solo podremos referirnos a ella en virtud de nuestras experiencias –subjetivas-
sensoriales y cotidianas? La cuestión se agudiza cuando los mismos científicos
apuntan a que no todos los fenómenos encajan en el continuo espacio temporal[13]
(véase la gravedad cuántica)[14].
¿Son estos límites expresivos y de comunicación los de la misma ciencia? ¿O acaso son los de nuestro lenguaje incapaz de explicar con lógica gramatical a fenómenos que son estrictamente materiales? ¿Cómo afrontaríamos
la explicación y expresión a referencias ineludibles que tienen, digamos un
carácter abstracto (digamos, el vacío, la nada, la muerte, la extinción
supuesta de la información? Desde luego no es nada fácil dar una contundente
respuesta a estas interrogantes, no obstante, en próxima entrada de este blog,
seguiremos conjeturando al respecto, en donde los límites del lenguaje (común e incluso matemático), de la ciencia, de la filosofía parecen hablarnos de los mismos límites del conocimiento.
Francisco Acuyo
Francisco Acuyo
[1] Wittgenstein,
L.: Tractatus lógico-philosophicus,
Alianza Universidad, Madrid, 1984.
[2] [2],
para describir el fenómeno que acaece en aquella región del continuo espacio
tiempo, cuya concentración masiva de gravedad no deja escapar ninguna partícula
(ni siquiera la luz), y que en su evaporación o disolución o muerte no deja
rastros (al menos en principio) de información sobre sí mismo.
[3] De la
muerte y la paradoja de la información.
[5]
En junio de 2004 se descubre el primer agujero negro supermasivo Q0906+6930. En 2016 (LIGO) se detectaron ondas gravitatorias, producto de la fusión de dos agujeros negros, y que a la sazón, vendría a suponer la primera observación de dos agujeros negros fusionándose.
[6] Este principio establece que una imagen tridimensional está producida por una superficie de dos dimensiones. La teoría de cuerdas establece que las partículas son en realidad vibraciones producidas por objetos aún más básico que denominan cuerdas o filamentos.
[7] Es una
correlación extremadamente fuerte que sucede sólo en mecánica cuántica y que
implica que, en el caso de que dos partículas se distanciaran en direcciones
opuestas, da igual la distancia, mantendrían su relación de coordinación.
[8] Resulta
curioso, a pesar de las evidencias, que
estas partículas entrelazadas, si caen en un agujero negro, no quedarían en
modo alguno entrelazadas con sus compañeras en el exterior de esta
singularidad.
[9] Así lo
creen Leonard Susskind, de la Universidad de Stanford, y Juan Maldacena de la
Universidad de Princeton.
[10] O puente de Einstein Rosen. Es una topología hipotética del continuo espacio temporal que ofrece una atajo conectado por dos extremos (a guisa de una manzana que un gusano atraviesa) por cuyo conducto puede atravesar la materia.
[11] Musser,
G.: ¿Qué es el espacio tiempo?,
Investigación y ciencia, agosto 2018, p. 52.
[12] Véase
post: De la muerte y la paradoja de la información.
[13] Ibidem
[14] La gravedad cuántica es la teoría que pretende unificar la teoría de campos vinculando todas las fuerzas de la naturaleza (teoría de campo unificado).
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