LA REALIDAD DEL
INFINITO
Tras
las indagaciones llevadas a cabo hasta
el momento sobre el concepto, significado
y potencial constatación de la realidad, y habiendo indagado desde
ópticas bien distintas sobre su naturaleza y estructura (material y
psicológica), hemos de reconocer las innumerables dudas no solo sobre la
genuina realidad (si es que posible objetivamente), valga la redundancia, de la realidad, ni siquiera si
hemos propuesto las interrogantes correctas para hacer accesible al
entendimiento racional su dimensión verdadera (si es que esta también es
posible sustanciarla de manera objetiva). Las incertidumbres crecen cuando se nos plantean
realidades aún más extraordinarias e inquietantes (sobre todo desde la óptica
de las matemáticas – y su contagio a la ciencia física-) como es el caso del
infinito –ya hicimos referencia al mismo cuando tratamos también algunos de sus aspectos en el ámbito cosmológico-. ¿Qué papel juega este en la composición
de lo que la realidad sea?
Negar la infinitud bajo el prisma de
la observación o experiencia sensorial, e incluso desde una lógica de andar por
casa, es algo a todas luces muy humano y de fácil comprensión, sobre todo porque
el sentido común nos avisa de que todo es transitorio y de que alcanza un fin, después
del cual parece que todo se acaba. La cuestión toma un cariz peliagudo cuando desde el ámbito
de las matemáticas se demuestra que el infinito es un objeto matemático
netamente tangible: …. Él (el infinito) es el que, en su forma superior, nos ha creado y nos sustenta, y en sus formas
secundarias transfinitas aparece a nuestro lado por todas partes e incluso
habita en nuestras mentes (Georg Cantor). Esta afirmación se magnifica
cuando demuestra que incluso había diferentes tipos de infinito, desde el aleph cero, primer infinito, que abriría
el cómputo a los sucesivos infinitos. Pero acaso lo más fascinante del mundo de
los conjuntos infinitos de Cantor era que no sólo se trataba de un constructo mental, ya que el infinito
actual es algo que está conformando a la propia naturaleza (y en consecuencia
estructurando su realidad).
Podremos inferir de todo lo
anteriormente expuesto que la realidad es algo no sólo difícilmente de
constatar, acaso también de definir, ante todo porque las limitaciones de
nuestro saber están delimitadas por nuestras fronteras en el conocimiento del
mundo, y puede que también por las limitaciones de nuestros propios sentidos
que nos impiden acceder a realidades para ellos imperceptibles. Podemos aspirar
en este sentido a un conocimiento verosímil de la realidad y lo que en virtud
de este conocimiento podemos decir de ella.
El límite sobre lo que no se puede
saber y expresar (Wittgenstein) sobre la realidad acaso sólo se pueda hablar mediante la
poesía y las artes creativas y la introspección trascendente, que acaso puedan situarnos en la disposición de
entendimiento que aspira a un saber que se articula un paso más allá del
discurso conceptual, del juicio lógico (positivismo lógico), de la razón
instrumentalista positivo-científica y reduccionista.
Cualquier intento de entender
(¿conocer?) la realidad debe pasar por la búsqueda profunda de explicaciones
que deben integrar todas a aquellas entidades que quieren saber de ella, porque
todo parece indicar que ellas conforman también una parte fundamental de dicha
realidad. Aportaremos algunas nociones de interés sobre la realidad y su
conceptualización y sobre su explanación en el ámbito de lo visible
(perceptible), pero eso será en próximas entradas de este blog Ancile.
Francisco Acuyo
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