NIHILISMO, VACÍO Y REALIDAD
Si anteriormente hacía
referencias al concepto de vacío (o nanidad) en el pensamiento oriental, como singular alusión por la importancia que en dicho pensamiento identifica,
ahora debo también expresar que, quizá
una de las razones primordiales por la que no fructificó en occidente fue por
su carácter –¿aparentemente?- nihilista; la inadvertencia de Dios en su
presupuestos, hubo de verse avocada a un repudio y ostracismo indudables en nuestro
acervo intelectual. Sin pretender entrar en esta visión de la nada oriental
(cosa que ya hicimos en otras entradas al respecto), sí diré, para los lectores
interesados en abundar sobre la realidad de aquella, en la importancia que
mantiene en sus filosofías (en algunos casos muy diversas), por lo que acudir a
alguna lectura sobre esta temática sin duda resultará complemento nada desdeñable
a lo ya, con toda modestia, aportado en estas páginas sobre el concepto de
realidad. Señalar, no obstante que figuras como Leibniz se interesaron en estas
filosofías, aunque sin aceptar la visión ex
nihilo de los presupuestos de algunos textos orientales llegados a sus
manos (véase su visión sobre el I Ching
–o Libro de los Cambios- y sus reflexiones sobre el lenguaje binario), por lo
que la distancia entre nuestros pensadores es grande, a no ser por la vertiente
mística de algunos autores señalados en la anterior entrada.
La
revolución newtoniana (en cosmología) que reconoce la realidad incuestionable
del vacío, si este es reconocible en los inmensos espacios siderales
entre unos y otros asterismos, a la postre supondría la aceptación de la nada en la ciencia
moderna. Pero también hemos de señalar que junto al nihilismo atribuido al
pensamiento oriental respecto al vacío, habría de surgir de esta visión
cosmológica, mecánico newtoniana del vacío sideral, aún un más ferviente nihilismo
hasta nuestros días, hijo del pensamiento occidental más genuino, y que
habría de abrir, no obstante, una vertiente de pensadores que lo rechazaría desde una óptica personal
y anímica, precisamente por el cariz de hondo pesimismo que aparentaba
(Voltaire y Hume como acaso más preclaros ejemplos de esta postura de rechazo).
En
la actualidad la realidad del vacío es incuestionable (en física y, sobre todo
en la física de partículas), aunque contenga intrínsecamente un carácter en
verdad paradójico, cuando no contradictorio con lo que terminológicamente
significa el vacío o la nada, sobre todo si lo conectamos con las viejas
teorías de la plenitud, en tanto que todo parece indicar que lo que
consideramos materia no es, o mejor, no son más que fluctuaciones del vacío o
la nada (por lo que diríase que vacío y materia son caras de la misma moneda); todo parece indicar que estas visiones enraízan con la contemplación y entendimiento
místico de la realidad genuina del mundo en no pocas mentes extraordinarias en occidente
y desde luego en muchas no menos interesantes y preclaras orientales.
Francisco Acuyo
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