Ofrecemos un compendio de lo que fue el cuaderno nº 9 de la colección Jizo de Literatura y Artes Plásticas, con el título de Ángel contrario al imposible que, en primera edición se publicó en París, en el Colegio de España, con reproducciones de obra gráfica y objetos de arte de Javier Seco y poemas de Francisco Acuyo.
EL ARTE Y SU OBJETO
CUANDO el color despierta primitivo a la vida, el espíritu abisal que vive oculto el sueño de la tierra acaso resplandece en cada objeto. Y ofrece el artificio primigenio de un sol sobre la luna que se duerme, ancestral, en la noche de los tiempos. Y habita corazón en el abismo cuyo pulso de auctor, en verdad aumenta con su aliento el patrimonio de la vida, remota indentación, pero también novísima metáfora que nutre el arte verdadero. Fértil taumaturgia ofrecida en desigual desfile de adminículos y objetos, en cuyo sortilegio el espíritu del tabú ya no nace en pos de hacerse por el miedo, eludible en lo sagrado, lo ciclópeo, inmarcesible o ya ignoto desde siempre; sin embargo, cada trabajo ofrece en realidad la res extensa ya imbricada en el alma misma de cada objeto, si niega a nuestra mente que vaya de los conceptos al mundo, pues la idea y la cosa en sí son lo mismo.
No vierte desde la enteca apariencia falsas realidades. Nos ofrece el cincel y el objeto mismo que hubiese cincelado sobre un plano que identifica por igual una y otra estructura. La forma se hace orgánica en su ornamento, mas su sentido original, reflejo de las formas totémicas de la concepción y expresión del arte más remoto.
Yo diría en este caso encontrarnos ante una paradigmática muestra de iconoclasia nada exenta de ironía, aunque expectante del pasado; quizá más complacido con esa ingenuidad que marca la ausencia de tradición de las que fueron obras primigenias. Pero no será hartazgo ni fatiga, si planea la convicción de que el arte exige a su instrumento de sorpresa expresiva, capacidad de aprehensión, no de elusión de la realidad y despliega singular, cuando no extravagante, dialéctica que sonríe y se niega en los objetos, no obstante de advertir una inquietante trascendencia.
Emplea persuasiva elocuencia, si cada objeto exige al mundo del arcano vigor de sus potencias ancestrales. Serán el corazón de un signo renovado que ofrece tributo a su linaje remoto, mas siempre nuevo desde el pulso vívido que late ajeno del tiempo, con el rasgo que perfila en lo eterno su designio.
EL OBJETO DEL OBJETO
IMPENSADA materia en maleficio
que tótem de la tierra delinea,
volumen cuya informe realidad
de dioses abisales son presea
el aire, el fuego, el agua y la divina
tierra: y entre la bruma de una edad
remota, se trasluce la figura
inmortal de una oscuradeidad que arde en la luz de su retina.
RELIEVE DE LA BRISA
DISFUMINA el contorno de la brisa,
como si el tacto de su borde agreste
esculpiera la plástica celeste
donde el astro, si luz, rosa indecisa:
marino enseñorea,
y abre en el cielo alcea
la sombra y su relieve sobre un sueño
el arcángel divino del diseño.
Francisco Acuyo
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