Me parecía de rigor adjuntar a esta bitácora una entrada
sobre la más que interesante exposición titulada Matisse y la Alhambra,
que se lleva a cabo en el recinto nazarí, por el Patronato de la Alhambra y el
Generalife y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, en Colaboración
con la Fundación la Caixa, mediante la cual se pretende solemnemente conmemorar
el centenario del viaje Henri Matisse a la ciudad de Granada y a la fortaleza
roja.
A los que no lo hayan hecho todavía, les invito desde
esta entrada a que (estará abierta esta exposición hasta el 28 de febrero, en
el espléndido recinto del Palacio de Carlos V) la visiten y que acaso deje en
sus espíritus análoga huella a la que dejó a quien suscribe estas líneas.
Muestra de ello es el poema que adjunto y que encontró inspiración contemplando
alguno de los cuadros que conforman tan suntuosa como sugestiva exposición.
CROMÁTICA ALQUÍMICA
(Matisse, en la Alhambra)
Luxe, calme, voluptuex
Charles Baudelaire
SOSEGADA
arde en el áureo pigmento
la impresión
que imagina, desde el sueño,
los sonidos
el color:
la atmósfera sobre el lienzo
que de seda
escucha en soledad tenso
el tesón
del amarillo dilecto.
La deidad
sincrética del sosiego
el aroma
pinta con dulce bosquejo,
cuando miel
de la luz el hermético
elixir
bebe. En equilibrio luego
bebe. En equilibrio luego
la pureza
sobre tan sedante espejo
un instante
proyecta: la tierra, el fuego
sosegados,
y el agua y el aire quedos
signos de
triste materia que, dentro
del espíritu
anima el quinto elemento:
la conciencia.
Azul pincela en el tiempo
la conciencia
si hallazgo fugaz , eterno
en la teúrgia
de los contrarios y el reino
creador que nace muriendo,
que transmuta
de nada el conocimiento
donde el nombre
vigila porque el concepto
no termine
en vacuidad y provecho;
o en imagen
fútil de quebrado espejo;
no en verdad
si entre espúreos sortilegios;
no en la luz
sino en su fatuo reflejo:
queda aquí
pupila, fruto perfecto
de la música
azul que suena en silencio.
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