LUIS JAVIER MORENO:
Y EL HEMISFERIO INFINITO
Esta primicia de El Hemisferio infinito nos
lleva en esta ocasión a la poesía de Luis Javier Moreno. De este querido poeta
segoviano mostramos algunos poemas y mi sincero reconocimiento por su arte
poética y su gentil y siempre desinteresada amistad. Queden estos poemas como
exigua muestra (cuantitativa) de su singular y alto quehacer artístico, y como
precisa y preciosa huella, cuya muestra sirva de útil para seguir
y encontrar el extraordinario rastro de su obra literaria y
poética.
Andrés Sánchez Robaina, Francisco Acuyo y Luis Javier Moreno |
BIO-BIBLIOGRAFÍA
Luis
Javier Moreno, escritor, poeta y traductor, nace en Segovia en 1946. Licenciado
en Filología Románica, fue Becario Fulbright, invitado al International Writing Program,
de la Universidad Iowa (USA), Master
of Arts, por la Washington
University de Saint Louis (USA). Fue premio Rafael Alberti
(1998) y Jaime Gil de Biedma (1991). Cofundador y codirector de la
revista Encuentros.
Su
obra publicada hasta la fecha es la siguiente: Poesía: Diecisiete Poemas (Salamanca,
1978), Época de inventario (Balneario
escrito, Valladolid 1979; Amarú ediciones, Salamanca, 1992), En contra y a favor (Barcelona,
1980), De cara a la pared y
otros poemas (Segovia, 1984), 324
poemas breves (Junta de Castilla y León, Barrio de Maravillas,
Valladolid, 1987), Última
argucia de la razón práctica (Cádiz, 1989), El final de la contemplación (Visor,
Madrid, 1992), Rápida plata (La
General, Granada, 1992), Cuaderno
de campo (Hiperión, Madrid, 1996), Paisajes
en el Prado (La Moderna, Luxemburgo, 1997), Sobre el blanco (Villafranca
del Bierzo, 1998), Elegías (La
Moderna, Luxemburgo, 2002), Poemas
de Segovia (Diputación provincial, Segovia, 2002), Rota (La Moderna,
Luxemburgo, 2003), Poemas
escogidos. Antología 1965-2005 (Antólogo: Gustavo Martín Zarzo. Junta
de Castilla y León Barrio de Maravillas, Valladolid, 2005), En contra y a favor (2005) (Fundación
Jorge Guillén, Valladolid, 2007). Prosa: La puntada y el nudo -Diarios I- (Segovia,
1993), En el cuartel de
invierno -Diarios II- (Diputación provincial de Granada, Maillot
amarillo, Granada, 1997), Cuaderno
de paso -Diarios III- (La Tertulia de los martes, Segovia, 2000), En la llama del fuego (El
Extramundi, Iria Flavia, 2001), Horas
Marinas -Diarios IV- (Diputación provincial de Cádiz, Cádiz, 2005), Carta de Cide Hamete Benengeli (Campo
de Agramante, Cádiz, 2005). Traducciones: Horacio: Odas (Antología.
Barcelona, 2000), Robert Lowell , Día a día / Day by Day (Losada,
Madrid, 2003).
Andrés Trapiello, José Jiménez Lozano, Pilar Celma y Luis Javier Moreno |
POÉTICA
POR QUÉ ESCRIBO, PARA QUÉ ESCRIBO
Estas dos cuestiones que el editor de Zurgai propone no son propiamente una
"poética", aunque podrían constituir parte de los asuntos que trata
ese género. Intentaré responder de modo breve. Diacrónicamente (según recuerdo)
el origen de mi escritura lo sitúo en la lectura de los poemas que las enciclopedias
y libros de texto de mi infancia y juventud incluían. En esas páginas y la
fascinación que me producían, quizá esté el origen de mi inclinación a la
escritura en verso. Siguiendo el curso de la diacronía, un segundo móvil de
esta actividad que comencé hacia los 12 años de mi edad, situaría el estímulo y
la emulación: me explico. Por esos años tuve la suerte de contar entre mis
profesores con un gran poeta, Jesús Tomé, cuya marcha a Puerto Rico, donde
todavía vive, le apartó del circuito patrio-lírico. Tomé animó a sus alumnos a
escribir, insistiendo en lo provechoso y noble de tal tarea; ni yo ni el
benemérito poeta que Jesús Tomé era, debía ser consciente por entonces de la
perfecta inutilidad de un género absolutamente prescindible, mucho antes de que
Karl Marx situase las actividades estéticas entre las superestructuras de la realidad. Después, creo, he
seguido escribiendo poesía por la inercia que produce el ejercicio de una
actividad que uno emprende con una cierta dosis de entusiasmo... Y así sigo.
La segunda cuestión: "Para qué escribo", me sitúa en el ámbito de las
intenciones, un terreno tan resbaladizo como confuso. Puede (y enlazo con el
párrafo anterior) que la rutina puede, a veces rozar el entretenimiento,
incluso una porción de gusto cuando los resultados, particularmente, me
satisfacen... En cualquier caso no deja de ser un ejercicio extraño donde,
además del aspecto lúdico de la actividad, nos introduce en ámbitos cuyos
componentes son tan variados como los sujetos que lo ejercitan: unos intentan
llamar la atención, otros conquistar a una mujer, otros para celebrar un
acontecimiento (la vida e incluso la muerte), otros intentan explicar el mundo
(su mundo, al menos) y progresar en el conocimiento de sus complejidades, incluso
(ingenuidad suprema) no deja de haber quien cree obtener fama y dinero por las
trochas de la lírica... Ignoran que la fama y la riqueza se obtienen por otras
vías y otros procedimientos menos inocuos y escrupulosos que rellenar
cuartillas en líneas discontinuas, desde la regularidad vertical del margen
izquierdo a la irregularidad del derecho.
Luis Javier Moreno
SALZKAMMERGUT: ALGUNOS CAMINOS
Para
Adrián Nicolae por afinidad espacial
y
otras proximidades de más y mejor tiempo
Veo
desde el camino el accidente
suyo,
su allá más próximo: unas flores,
la
bajante sonora del arroyo,
música
donde escucho deletrear mi nombre
en
una tregua entre mis tempestades
y
exigidas renuncias renuentes,
papel
indefectible que no cambia
más
de lo justo, pese a mis esfuerzos
por
deshinchar la luz de sus tormentas
y
acomodar su ausencia a mi silencio.
Puede
que haya paisajes en el mundo
(limbos
en un diluvio de linajes)
igual
de hermosos pero más, no creo.
¡Ese
aire, de Bad Ischl a St. Wolfgang,
bajo
la claridad del cielo frío,
riza
el azul del agua azul del lago,
alargado,
de Stobl a St. Gilgen!
El
futuro, se sabe, de estas formas
será
lo que ya fuera: un armisticio
entre
celeridad y parsimonia,
como
nuestro pasado y su presente.
De
los manzanos cae fruta madura
ante
el desdén del vecindario ahíto.
¿Por
qué no las recogen? les pregunto.
Miran
y no contestan. Allí cerca,
en
la Im Weisses Rössl, las
camareras
disponen
en las mesas primorosos,
manjares
por si acaso en esta noche
vuelve
el emperador, como aquel día,
a
ser de nuevo el rey de la taberna
antes
de que la fiesta se termine
y
el agua se oscurezca por echarle
las
píldoras de plata de las sobras
desde
la loza de las alacenas.
MEZQUITA: INTERLUDIO CORDOBÉS
EN EL BOSQUE DE SCHAFBERGER
EN EL BOSQUE DE SCHAFBERGER
Anoche las
imágenes de un sueño
me arrastraron al
bosque... Allí cambiaban
el tono y forma de
la fronda, su ancho,
el riguroso enlace
de colores
bajo el exacto
medio punto estricto
que adoptaban las
ramas por encima
de un techo
arcano, próximo a mis ojos.
¿He regresado a
Córdoba? Dudaba.
Tienen los nombres
ciertos aires tristes
cuando una boca
triste los enuncia
como mi percepción
de Córdoba, insistente
del blanco oscuro
al rojo-feroz-rojo
de un acanto que
pierde por el suelo
de pulida madera
hojas caídas
y las esconde tras
los capiteles
en apariencia de
mujeres, hombres
y animales confusos
en razón de su cuerpo...
calvas cabezas,
húmedas de llanto
en el extremo duro
del remate,
que se dejan
tocar, rubias melenas
por donde el oro,
lento, más progresa
desde mí mismo, en
las consolaciones
de haber vivido no
como yo quise
sino como he
podido... Silencioso.
Reconozco esas
trenzas, vientres planos,
percance que
acontece cuando no se le espera
en el costado seco
de la sangre,
ése de un verso
que no ha encontrado ritmo
para el poema,
límite y distancia,
donde fluir... Así
se hace visible
el blanco en la
deriva de los sueños
donde lo que ya ha
muerto y lo que vive
son una misma
cosa, un mismo cuerpo,
en la metamorfosis
del paisaje
dejada por la
ausencia privada de su atmósfera.
No son recuerdos,
sólo analogía
con un lugar
distinto y digo Córdoba
por la disposición
del panorama,
por la ternura de
los ademanes,
por la
transformación y la belleza
de las acciones y
sus resultados...
Es decididamente
Córdoba, una tarde
tibia de otoño,
cerca del invierno,
entre la
verticalidad de las columnas
con otros
capiteles, desde el lado
norte de la
mezquita, ese otro bosque,
propiciador de
tanta maravilla,
a que llegué en
ocaso por el ángulo
quebrado de un
espejo cuya imagen
era más bella que
su asunto, enfrente,
y mi sueño del
bosque de Schafberger...
Escuché cierta
voz, como de insidia:
todos los
maricones fuman mucho
y se curan con
vodka las llagas de su mugre...
Discurso desgajado
de un poema,
a veces carne,
aroma de los troncos,
que ven ponerse el
sol febril de ocaso,
recto olor
(tecnológico) por roce
transformador de
mi perpleja vida.
LINZ AN DER DONAU
Por
su naturaleza no deberían los sitios
asumir
culpas, responsabilidades
de
quienes humillaron sus espacios-rostros
con
cicatrices que los maquillajes
sutiles-cuidadosos
no revocan.
Detrás
de los espejos, en su óxido,
un
arrebato de tragedia alienta
en
el umbral de su enmascaramiento.
En
la cara de Linz un surco cruza
de
verde pus: ser la ciudad de Hitler,
ese
engendro, acuarelista pésimo,
que
cuando empezó malva acabó malva,
muro
sobre las flores arrumbadas
en
el insomnio de su horror-pintura,
visible
mordedura de la fiera.
Desconozco
si el río-azul-Danubio
lo
ha sido en Linz... Jamás en esta zona
de
su margen derecha, hacia la altura
de
Nibelungenbrücke, frente al puente,
en
el nº 6 de Untere Donaulände,
por
donde 20 chinos huían de 2 chinos
y
veía "el bastardo" el curso lento
de
las aguas pacíficas del río
con
los reflejos-Hitler en 100 bolas
de
un reluciente abeto navideño,
mientras
planificaba el fin del mundo
a
la deriva de un futuro impávido.
Se
asomaba la noche a sus pupilas
ratificando
oscuros vasallajes
y
entregar el planeta a fieras ratas,
untado
de una crema de queso,
para
que no quedase casa indemne.
Inquiere
Lucifer-Hitler: ¿Hay alguien
que
se atreva a contar los días de mi vida?
Sistemático
máximo, el imbécil
de
Linz temía... Había ya agrietado
los
frescos de Altomonte en una de sus bárbaras
visitas
a St. Florian de turista palurdo,
tan
germánico (cuánto) y decidido
a
convertir a Linz en la moderna
y
más monumental ciudad del Reich,
deshaciendo
sus círculos de bóveda.
Ni
siquiera Anton Bruckner, voz ardiente,
neutralizó
esos humos ácidos con su obra,
donde
la transintoria eternidad no cambia
una
realidad en otra... ¿Cómo hacerlo
(Treue
um Treue, dementes compasivos)
si
la fiera legaba basuras y ceniza,
latas
mugrientas, cáscaras de huevo,
el
modo en que los sádicos quebrantan
el
frágil cuello de las aves frágiles?
¡Cuanto,
Linz infeliz, has soportado,
austroalemana,
que te arrojó Hitler
hacia
la vejación de su ignominia
como
si del paisaje un rito fuese,
demostrador
de cuanto puede un loco,
decidido
a matar, poner en jaque
con
sus chinches al manto de la tierra,
como
quien baila un vals frente a la galería
entre
los desperdicios que la rondan!
Luis Javier Moreno
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