COGNICIÓN Y POESÍA II
SERÁ a nuestro juicio en el singular ámbito poético desde donde podemos obtener una perspectiva idónea para observar con especial particularidad cómo la conciencia (expresa por el poeta, en el ejercicio de su arte, y recogida apropiadamente por el lector atento) se estructura abierta y dinámicamente en interacción con el mundo (exterior, pero también con el no menos complejo que configura su interior propio). Esto se hará particularmente apreciable en su fenomenología versal, manifiesta, especialmente, a través de las fórmulas expresivas (y de conocimiento) de ciertas figuras –retóricas-(como la metáfora, la metonimia, la sinécdoque, la hipálage… y, sobre todo, en la sinestesia). Es muy interesante atender a la observación de cómo aquellas no sólo afectan a los sentidos en razón de los estímulos externos que pudieran afectar al que inscribe o transcribe el poema, según sea poeta o lector atento, sino que incidirán en lo más profundo del ser que entra en contacto con la fuerza de su estro expresa en el constructo extraordinario del poema, pues será en relación de este desde donde aprehende y conoce tanto del entorno como de sí mismo. No obstante, el proceso expresivo (lingüístico) especial de la poesía, en su capacidad de aprehensión y conocimiento, nos ofrece también, para mejor gloria y excelencia de su extraordinaria plasticidad, otro no menos inaudito proceso para obtener la atención y situación precisa para su correcta vivencia y aprehensión que posibilita la gnosis peculiar que la caracteriza, me estoy refiriendo al proceso de desaprender o desandar lo ya sabido, el cual posibilita desaturar nuestra mente en un ejercicio de vuelta a los orígenes, a la infancia más tierna, prístina y no tocada. Este volver a ser como niños y su inevitable consecuencia refleja en la visión inocente del mundo es de capital importancia para cualquier proceso creativo, y habría de serlo en consecuencia e inevitablemente para el más genuino de todos, cual es la poesía. Este estado fundamental para el entendimiento de nuevos retos, interacciones o vivencias emocionales, son la base para una comprensión medianamente aceptable del funcionamiento poético. La poesía, como el amor, incitan al desaprendizaje para, imbuidos por esta peculiar amnesia, estar en condiciones de afrontar los retos nuevos y genuinamente creativos que ofrece el poeta verdadero en su auténtica creación poética.
En la acción creativa que vierte el poeta en sus versos se detecta que aquella plasticidad a la que hemos hecho referencia en esta y en la posterior entrada, es algo fundamental para el entendimiento del fenómeno poético como fuerza o energía creativa que habrá de materializarse, finalmente, en el poema verdadero. El poder imaginativo, creativo (de la verdad poética) es capaz de hacer interaccionar con el entorno (y lo más profundo de nosotros mismos), mas también de modificar y modificarnos en su ejercicio y desde donde inferir que : imaginación (creativa) y acción son la misma cosa en poesía.
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