Abundando en las relaciones de orden entre matemáticas y poesía, ofrecemos esta nueva entrada para la sección, Poesía y matemáticas, del blog Ancile, bajo el título: El orden poético: declaración matemática de voluntad.
EL ORDEN POÉTICO:
DECLARACIÓN MATEMÁTICA DE VOLUNTAD
QUE es
indiscutible la realidad de una noción más amplia de espacio (y de entes geométricos)[1]
y de métricas posibles, superadoras de las aproximaciones euclidianas y
aristotélicas, se antepone como argumento sobrado para comprender que los
razonamientos y aproximaciones al número en poesía, deben ser acordes a
aquellas creaciones libres de la mente humana en la misma razón que lo son en
matemáticas. Es preciso superar también en este ámbito –poético- la idea del número
anclada a su carácter netamente aritmético (véase el cómputo diverso según las
diferentes métricas de la estructura rítmica del verso), de donde deducir la
estable concatenación –cadena, diría Dedekind[2]-
de sus estructuras, que son reveladoras inexcusables de su dinamismo singular.
La voluntad ordenadora del matemático o del poeta en el establecimiento de unas
normas o patrones regidores de su especial actividad y realidad creativa y
creadora.
El axioma
necesario –casi místico- del número olvidando el impulso arbitrario que en
realidad le anima como realidad imaginativa o ficticia, no hace sino poner en
evidencia la necesidad de la búsqueda de nuevos conceptos, o lo que es lo
mismo, de la realidad viva de las matemáticas (y la poesía) que no siempre
puede(n) -ni debe(n)- amoldarse a verdades lógicas previamente constituidas, y
es que el proceso creativo casi siempre expone nunca vistas e imprevisibles
verdades anejas al proceso de liberación de la conciencia que inevitablemente
conlleva. Por eso, no nos cansamos de advertir que, por ejemplo, en relación
los estudios de métrica, deben superarse las proclamas esclerotizadas del
funcionamiento mecánico del verso, cuyo determinismo no hacía sino desvirtuar
su realidad orgánica, siempre dinámica, compleja y viva[3].
El matemático
(y a mi juicio en este aspecto también el poeta y el estudioso de amplias miras)
ha sido un ejemplo de independencia del espíritu,[4]
que acabará por situarse un paso más allá del principio de no contradicción
lógico. En este sentido no es extraño que las conclusiones extraídas de la nueva matemática emparente con el
singular aspecto metafísico que acompaña a la verdadera poesía, en tanto que
pretende hacer inteligible lo que no lo era[5].
Cuando Poincaré afirmaba que la [6]
estaba diluyendo las fronteras con la poesía, en tanto que esta no es sino el
arte demiúrgico de nombrar, que es propio de la poiesis y su potencia creadora. Si desde aquí se empieza a
sospechar de la insuficiencia de la matemática como un juego de abstracciones puras
y se comienza a conectar ésta con la realidad,[7]
será la poesía como supuesto juego de ficción literaria, la que indagará en lo
más íntimo de la realidad existencial del ser dotado de conciencia. La idea
poética (también la matemática) en modo alguno es y se manifiesta de forma
estática, sino que es hija del dinamismo y la complejidad de lo que deviene y
es siempre vivo en la conciencia. De hecho las antinomias famosas (las
propuestas por Russell o Gödel, sobre todo) no son en modo alguno un problema
para las matemáticas (en poesía son lo más sabroso de su jugo creativo), sino
para la lógica y la epistemología[8].
Cuando
Poincaré afirmaba que revestir a la matemática de una lógica deductiva y formal
era una mutilación de la matemática, es cierto en virtud, claro está, de que la
matemática se fundamenta en la intuición que es propia de su impulso vivo de
creación y que no puede sustituirse por una simulación lógico mecánica.
Advertencia que ya se hizo hasta la saciedad en ocasiones varias en relación al
constructo numérico metricista tradicional, que no hacía sino desvirtuar la
realidad dinámica y viva de la poesía en su manifestación versal. Son
principios matemáticos (y poéticos), no lógicos los que conforman y dan sentido
a su realidad viva y a sus propias estructuras dinámicas y complejas y que las
sutilezas de las gramáticas (de la creación) de las matemáticas y de la poesía
llevan a confundirnos, ya que aquellas son el medio de expresión de la
matemática (y de la poesía), pero no de la creación.[9]
En nuevas
aproximaciones sobre poesía y matemáticas en entradas de este blog, daremos
cuenta, nuevamente, y añadiendo aspectos nuevos al signo y el símbolo en ambas
artes y disciplinas.
Francisco
Acuyo
[1] Véanse
las geometrías de Grassmann, Lobachevski o Riemann
[2] Dedekind
[3] Acuyo, F.: Fundamentos de la proporción en lo diverso, Universidad de Granada,
2007, Jizo ediciones,nueva edición corregida y adaptada, 2009.
[4] Zellini, P.: La rebelión del número, Ed. Sexto Piso,
Madrid, 207, p. 37.
[5] Bergson, H.: Revue de Métaphyssique et de Morale,
1901, p. 662.
[6] Poincaré, H.: L’avenir de las mathématiques, Roma,
1909, vol, 1, p172.
[7] Borel, É.: Oeuvres, Les paradoxes de la théorie des
esembles, Paris, 1972, vol. III, p. 1272.
[8] Zellini, P.: nota, 4, pgs.
68-69.
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