LA REALIDAD Y LA
CONCIENCIA:
LA VERDAD POÉTICA
Hoy, acaso como nunca antes, cabe
hacer una reflexión seria sobre la naturaleza de la realidad. La estructura de
la misma diríase diluirse entre las fronteras de la conciencia que la reconoce.
Los hechos físicos expuestos y demostrados por las mediciones de la mecánica
cuántica manifiestan una realidad borrosa entre la naturaleza física de lo
medible y la percepción consciente –observable- de aquella. La verdad
susceptible de reconocimiento material, parece enlazada con la conciencia
del que pretende reconocer la certeza, la evidencia, de aquella realidad física (o abstracta).
En
ocasiones varias reflexionamos sobre las matemáticas y la realidad en este
mismo medio, también lo hicimos buscando paralelismos y coincidencias de
aquella con la poesía. El apriorismo matemático, decíamos, tiene una suerte de
parentesco con el poético, en tanto llegan a subsistir como acto trascendente.
La realidad descrita en sus supuestas
abstracciones e intuiciones, que vienen a coincidir -¿enigmáticamente?-
con la estructura misma de la realidad descrita, nos hablan de un acto en
verdad trascendente. La poesía, si es considerada también como forma de
conocimiento, o sobre todo, de entendimiento, es inmanente a su actor o creador,
pero participa además de la capacidad de salir del límite subjetivo del que una vez surgió para ser una aprehensión del más allá del punto de referencia personal
del que, ad initio, hubo de partir. Se reitera una vez más aquella expresión nuestra tan recurrente para la poesía como ciencia de la paradoja, y que describe
muy bien a esta (y muchos aspectos de la matemática, más allá de la
matemática meramente aplicada, o de la palabra representante de la realidad), pues aspira a describir desde sí lo que es fuera de sí, de la experiencia, de la realidad del mundo, y nos obliga a
interrogarnos sobre lo que hay fuera del ámbito que de ordinario conocemos en tanto que nos inclina a trascender lo ordinariamente visto. En
próxima entrada de esta sección concluiremos la reflexión sobre temática tan harto
interesante.
Francisco Acuyo
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