Para la sección, Ciencia, del blog Ancile, traemos, abundando sobre la cuestión de la materia y la conciencia, un nuevo post que lleva por título: De la teoría M a la conjetura holográfica, relación y distancia con la conciencia.
DE LA TEORÍA M A LA CONJETURA HOLOGRÁFICA,
RELACIÓN O DISTANCIA CON LA CONCIENCIA
Hipótesis físicas como la teoría M, Supersimetría o AdS / CFT, conjetura holográfica o el mundo de Branas[1],
entre otras, adquieren popularidad pasando muy de puntillas por la cuestión trascendental de
la conciencia. En otras será la fe científica[2]
la que ampare los comportamientos exóticos del mundo de lo infinitamente
pequeño ante hechos físicos como la
superposición cuántica,[3]
y que no impide que el dogma cuántico sea en modo alguno cuestionado, sobre
todo en virtud y amparo de su funcionamiento idóneo y constatable en el ámbito experimental; así también el
extraño comportamiento dual de la luz (onda y partícula)[4],
la función de onda psi[5],
el entrelazamiento cuántico[6] y principio de no localidad y, en fin, todo el aparato teórico físico que conlleva la división de la realidad en el ámbito de la física clásica, en relación nada pacífica con el del dominio cuántico (y relativista).
Así
las cosas, parece a todas luces que incluso la teoría de las relatividad clásica, sin embargo, no parece ser suficiente para
describir la estructura y fenomenología de la realidad, sobre todo en relación al asunto y problemática de la singularidad
espacio-temporal, relacionada esta a su vez con la gravedad; lo extraordinariamente organizado de dicha singularidad, lo que, no obstante, no deja de ser altamente paradójico, ya que contrasta con un universo en
franca expansión. En cualquier caso
parece que no son pocos los partidarios de la inflación como explanación del universo
actual, aunque no pueda explicar el estado de equilibrio y de entropía gravitatoria
tan baja en el universo primitivo.[7]
A partir de esta duda altamente razonable surgen otras alternativas para
explicar la estructura de la realidad, que recurren inevitablemente al concepto
de la conciencia (vida inteligente) de manera más o menos velada o radical en vinculación con este punto que la relaciona necesariamente con la conciencia. Es desde esta -supuesta- necesidad de relación con el mundo de la consciencia que surge el denominado principio antrópico,[8]
que viene a conferir un matiz
aparentemente distinta en la discusión y controversia de la conciencia en la configuración de la
realidad.
Las
dos grandes cuestiones que se ofrecen en la naturaleza como grandes misterios y
que siguen produciendo debates muy dispares serán, por tanto, la mente y el universo[9] plenamente diferenciados Las relaciones entre ambos –universo y conciencia- se aseguran una porfiada disputa y polémica,
acaso ahora más que nunca anteriormente de forma tan porfiada y controvertida. La neurociencia más positiva establece
que buena parte de lo que vemos en realidad es una ilusión, y que el
funcionamiento del cerebro es consecuencia de su anatomía y fisiología (C.
Sagan), por lo que la conciencia no es sino un epifenómeno del mismo cerebro.
El solipsismo deducible de lo dicho, para muchos, hace en cualquier caso que la conciencia algo sobre lo que es inevitable interrogar, aun bajo la
imposibilidad de una explicación de lo que esta sea, ya que, según esta visión solipsista, ningún objeto puede
comprenderse así mismo. O incluso niegan de forma radical la importancia de aquella (de la
conciencia), por parte de algunas corrientes de pensamiento -como es el caso del conductismo-. Parece haber una insistencia pertinaz en no reconocer la capacidad de imaginar entidades y acontecimientos que no existen en la
realidad -entendamos material- y por tanto obviar algo fundamental como es la capacidad creativa. En cualquier caso la insistencia en
que la conciencia es un epifenómeno del cerebro ha llevado a reputados
neurocientíficos a la conclusión de que este no es más que una máquina [10]
y que la mente está sujeta a dicho mecanicismo. Todo esto no ha impedido que
algunos se hayan planteado preguntas en relación a la naturaleza de la
conciencia más allá de la fisiología o fisionomía -biológico-material- del propio cerebro, y desde
luego más allá también del mito. Proseguiremos abundando sobre este aspecto en nuevos post de este blog.
Francisco Acuyo
[1] Teoría desarrollada por Edward Witten, en la que se expone que lo más íntimo y pequeño de la materia no está formado por partículas, sino por diminutas cuerdas, mediante la que se pretende unificar en una sola teoría la física del universo.
[2]
Penrouse, R.: ob. cit. p. 166-167.
[3] La superposición cuántica se da cuando un objeto es capaz de poseer de manera simultánea dos o más valores de una cantidad susceptible de ser observable, pongamos por caso, la energía y la posición de una partícula. Véase para mejor entendimiento el célebre experimento mental de gato de Schrodinger, donde se establecía la paradójica diferencia entre el mundo de la física clásica newtoniana y el ámbito de la mecánica cuántica.
[4] El comportamiento de las partículas, como un electrón, pueden comportarse experimentalmente con propiedades de onda y partícula, así, en interacciones muy localizadas aparece como partícula y como onda manifiestan el fenómeno de la intereferencia.
[5] Función de onda formulada en el ámbito probabilístico -de encontrar una determinada partícula en movimiento en un determinado lugar- por Niels Borh como fundamento del mecánica cuántica.
[6] Fenómeno cuántico que muestra como dos más objetos se describen en un estado único en el que se ven involucrados dichos objetos, aun cuando estén separados en el espacio.
[7]
Penrouse, R.: ob. cit. p.394.
[8] Dícese de la teoría en la que la existencia del ser humano es fundamental para cualquier conjetura consistente que quiera describir el cosmos.
[9] Kaku,
M.: El futuro de nuestra mente, Debate, Barcelona, 2014, p.19.
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