LA NADA EN LA
CONCIENCIA DEL SER MISMO
Cuando comentábamos en anterior ocasión[1]
la imposibilidad de sustraer la vacuidad, la nada así como el ser mismo de la
conciencia del sujeto, esto no implicaba que su no objetividad positiva, dicha nihilidad (vinculada al ser) no pueda tratarse como algo despegado de nuestra
propia existencia, y por lo tanto no sea menos real que aquella misma en la que nos incluimos. Diríase que el
ser de nuestra existencia es al mismo tiempo, de manera dual, nada en nosotros y nada en su absoluto. No puedo inhibir la imaginación al respecto y establecer una analogía que no
se me antoja disparatada, me refiero al fenómeno del entrelazamiento cuántico[2],
que nos habla de un sistema que viola cualquier realismo local, y del que se
deriva la no separabilidad (matemática y acaso física) del objeto cuántico, siempre sujeto a la misma observación y que en cierto modo pone
patas arriba el monismo materialista de la realidad.
La
paradoja de esta dualidad, que en realidad es uno, nos trae a la memoria, de nuevo, paradojas que sobrevienen en el
mundo de lo infinitamente pequeño[3],
donde el ser de lo material es posibilidad, en donde la nada (el vacío) es el
fundamento de las posibles realidades existenciales –materiales- como
superposiciones varias de posibilidades. ¿Es en esta nada objetivable dónde
esto tiene lugar? ¿Cómo es esto posible, de ser cierto? Mas, esto parece ir en
contra de la causalidad positivo materialista –ascendente- que reza: será la partícula
material la que, mediante el soporte físico biológico del cerebro, haga posible
la conciencia. De hecho, de la no localidad de dichos objetos minúsculos (partículas
elementales), se ha demostrado que influyen mutuamente sin mediación de
señales, por lo que se dirían estar aquellos interconectados en dominios ¿extraespaciales
y extratemporales? (se dicen que parecen violar la constante de la velocidad de
la luz), y donde la potencialidad es tan real como lo actual objetivo. ¿No será
en esta nada en donde se radica dicha potencialidad? ¿Pero, cual es la
naturaleza de esta nada? Esta interrogante vuelve una y otra vez a lo largo de
todas y cada una de nuestras reflexiones a lo largo de esta ya prolija
exposición sobre la nada.
En
cualquier caso, la conciencia parece tener un protagonismo extraordinario en el
razonamiento sobre la sustancialidad de la nada. Diríase que la realidad que
acontece en la nada se resuelve por la vía opuesta de la causación material
ascendente, la potencia –la probabilidad- es la que precipita el acontecimiento
material –existencial- de lo que
entendemos como materia, y que es la conciencia la que lo precipita. Aquí surge
una nueva interrogante no menos capital y de difícil respuesta, a saber: ¿Cuál
es la naturaleza de la conciencia capaz de corporeizar, actualizar materialmente
la probabilidad o potencia de un objeto?
La nada
a la que lleva el final, la muerte, la disolución de algo que existe (con
consciencia), ¿es el reducto donde todo, al fin y al cabo, se cuece en forma de
probabilidades de ser, y donde, por tanto, hablar de sujeto y de objeto no tiene el más mínimo
sentido ya que todo se circunscribe a los potenciales procesos creativos que
lleven a su materialidad?
Esta
interrogante fundamental en física se concreta en: ¿qué será lo que impulsa,
genera, la realidad corpuscular, material, actual de los electrones que se
mueven como ondas probabilísticas? Todo parece indicar que el colapso de la
partícula localizada tiene mucho que ver con lo que denominamos conciencia (John
von Neumann) del observador, aunque dicha conciencia, nos lleve a
una aparente nueva dualidad. Insistiremos sobre esta peculiar interrogante en
la siguiente entrada del blog Ancile.
Francisco Acuyo
[1] Acuyo,
F.: Blog Ancile, Ciencia, Filosofía y Trascendencia,
[2] Recogido
por Einstein, Podolsky y Rosen en su famosa paradoja EPR, y que Schrödinger
adaptaría para sus estudios sobre los estados cuánticos.
[3] Véase
una delas proverbiales paradojas de la física de partículas, a saber: la
dualidad onda partícula.
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