Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile traemos la nueva entrada que lleva por título: Poesía: ciencia de la paradoja: lo contingente y circunstancial, o el prosaísmo insustancial.
POESÍA: CIENCIA DE LA
PARADOJA:
LO CONTINGENTE Y
CIRCUNSTANCIAL:
O EL PROSAÍSMO INSUSTANCIAL
En verdad que es harto importante
clarificar si el lenguaje (indiscutiblemente) especial de la poesía tiene
rasgos, o mejor, fundamentos esencialmente distintos a cualquier otro lenguaje
(escrito o no). No en vano la controversia se mantenido durante siglos.
Pero, en la más reciente actualidad,
curiosamente, entre la pavorosa cantidad que se dicen poetas (muchos de ellos
considerados de éxito) ni siquiera entran en cuestión semejante,[1]
y una de las primordiales temáticas de cualquier ejercicio creativo, como es la
misma poiesis (la poesía) no merece
más atención que la de decir que ellos que escriben (las cosas más fútiles,
haciendo insignificantes incluso las temáticas universales de la poesía: el
amor, la muerte, el sentido de la vida… en un dispendio de palabrería que poco
o nada tiene que ver con la poesía) son, a pesar de todo, los poetas.
La
ambigüedad (esencial), la manifestación de opuestos discursivos, el sentido
paradójico, la metáfora como herramienta de singularidad e indiciaridad lingüística, el símbolo como marca de profundidad con
lo más genuino del espíritu, los cánones inversos, la musicalidad en favor de
la suspensión lógica del discurso, esa inclinación hermética del espíritu que
aspira a un entendimiento superior que se mueve en el ámbito de lo indecible,
situados ya en el límite mismo del lenguaje… ¿han dejado de funcionar en
poesía? De ser así, ha dejado de funcionar el discurso poético con todas las
consecuencias que conlleva desde el punto de vista literario, mas también para
el filosófico, y lo que es más importante, para el autónomo de la misma poesía.
Es
innegable que el propósito teórico de algunos en pos de unificar lo prosaico y
lo poético como meras ficciones literarias perfectamente análogas no deja de
ser un claro síntoma de la enfermedad por allanar lo que está en lo más abrupto
de las cimas del entendimiento y que la razón no alcanza, que incluso necesitan
trasgredir esos límites lógicos del discurso para trascender y trascenderse;
afección, digo, que en realidad no oculta sino ignorancia o interesadas poses para
llegar a ámbitos que nada tienen que ver con el poético.
Llevar
al límite de lo expresivo el lenguaje es la aspiración legítima del verdadero
poeta, si es que lo que se pretende es entender de manera íntegra la realidad
íntima con la verdad del mundo, la articulación semántica del poema es en
verdad una meditación última de la existencia que se inviste con un carácter
muchas veces plenamente metafísico que tiende a lo infinito donde el poeta en
verdad se eleva como un sueño de verdad.
Parece
haber una necesidad acuciante de hacer de la poesía algo popular. Si así fuera
su naturaleza, no existiría esa necesidad reflexiva y meditativa del poeta por
reflexionar o mejor poetizar sobre poesía, y todos los temas tocados
convertirse por mor de su influjo en alquimia de la poesía misma, de modo que
hablar de amor, de vida, de justicia, de muerte en poesía, no sino hablar de la
poesía misma. A mi juicio, en este sentido, la poesía tiene un carácter oracular que es necesario
reconocer si en verdad queremos hacer o entender la verdadera poesía. Oracular,
porque en poesía todo está por descubrir, si es que en verdad la poesía es
creación, lo que ocurre es que aquí el que se sumerge en poesía, sabe que el
designio no es otro que la poesía misma.
Cuántas
veces no acudimos al dominio más excelso del poeta para saber el destino propio
y el ajeno, ya que toda ventura en poesía es una propuesta de verdad y de
belleza, cuyo oráculo todos traducimos e interpretamos al albur de nuestro
propio entendimiento para ser y estar armónicamente con y en el mundo.
La
realidad poético creativa es algo mucho más rico de lo que parece instalarse en
la teoría y práctica de lo poético en el territorio literario de la actualidad.
Hablaremos de todo ello con más detenimiento en próximas entradas del blog
Ancile.
Francisco Acuyo
[1] ¿Acaso
porque ya no son poetas? ¿Por qué son meros transmisores de inquietudes más o
menos triviales, las confunden con profundos planteamientos humanos o
trashumanos, y que no son sino las banalidades propias de una humanidad en
franco declive intelectual, filosófico, poético y humanístico?
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