Para cerrar la temática sobre la poesía y los elementos inconscientes, traemos nueva entrada para la sección, Pensamiento, del blog Ancile. Lleva por título: La poesía del sueño.
LA POESÍA DEL SUEÑO
La vita personal del creador no se agota con la vivencia consciente
existencial. El papel del sueño será siempre de capital importancia, y así se
verá reflejado en las componendas del poema verdadero. El discurso se verá con
mucha frecuencia asaltado por las alegorías, metáforas, símbolos, sinestesias,
analogías… las cuales acabarán
configurando una manifestación expresiva impregnada del elemento onírico. La
voz del poeta es la voz que llama, evocadora, desde el sueño de la razón y la
realidad de sus límites para llenar nuestras vidas.
No
es rara la ocasión en la que los versos se vierten al entendimiento más íntimo
como un inexplicable rapto que atrapa de forma inopinada a quien, avisado,
entiendo su mensaje ensoñador de una vía de entendimiento más allá del concepto
y que diríase quieren revelarnos un más allá de su razón. El sueño puede tener
un carácter numinoso en tanto que, con total autonomía, embarga al soñador, a
veces incluso al margen de la voluntad del sujeto que sueña. Así la poesía,
como el sueño, también se apodera del sujeto (poético) ajena a la intención, al
deseo de aquél, cuya invisible presencia provoca una alteración del que la
sufre en su consciencia de modo tal que marcará el designio de sus dictados
personales inconscientemente.
Si
el sueño está poblado por arcanas imágenes (simbólicas, universales) primitivas
que representan lo más profundo de la consciencia y la inconsciencia humanas,
la poesía, así mismo, se nutre de aquellas que se vierte en el constructo
poemático gozando de vida propia, y cuya autonomía, aun siendo inconscientes,
no pueden negarse como origen singular de entendimiento del mundo y del alma
humana.
No
creo que haya nadie que pueda negar taxativamente a la poesía genuina como una
fuente de símbolos y potencias arquetípicas que, como en el sueño, impregnan la
vida psíquica de los seres conscientes que tiene contacto con ellas, y que nos
hablan de la forma energética más primitiva y que las civilizaciones han
conectado con las ideas de espíritu, alma, energía vital o cósmica… y que tiene
una honda conexión, a su vez, con la idea de creación, creatividad y poiesis (poesía).
Además
de la peculiaridad universal de estas potencias debemos tener muy presente que
están constituidas no sólo por pensamientos, razones, lógicas, abstracciones, sino
también por afecciones íntimas en forma de sentimientos y emociones. En el
sueño como en la poesía, el orden intelectual es una manifestación más, que no
la única, entre las funciones psíquicas y, por qué no, espirituales de la
consciencia (en sentido amplio, incluyendo los factores inconscientes) humana.
Pensamos
que lo irracional (onírico y poético) es tan necesario como lo es el factor
racional de nuestras vidas, y es que ambos, sueño y poesía, nos enseñan
maravillosamente la enantiodromía[1]
heraclitiana que nos dice que los dioses ni pueden ni deben morir.[2]
El sueño y la poesía nos conminan a reconocer que ese impulso irresistible
hacia la idea de algo más grande que nosotros estará siempre presente, y cuya
manifestación más extraordinaria está o radica en el impulso creativo manifiesto
en quien sabe interpretar sus señales.
Francisco Acuyo
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