Con el título de: Poesía: Aliquem alium internum: entre la locura y la voz de Dios, traemos una nueva entrada del blog Ancile para la sección, Pensamiento.
POESÍA: ALIQUEM ALIUM INTERNUM[1]:
ENTRE LA LOCURA Y LA VOZ DE DIOS
Si la poesía (poiesis) es creación, debe tenerse por
una manera (forma, suerte, procedimiento) de renacer. Es un germinar de lo nuevo cuyo origen no
puede ser medible en modo alguno. No será empíricamente constatable. De no ser
así, en modo alguno puede considerarse como algo en verdad creativo. La ilusión
de muchos es creer ver en la experiencia personal positiva el origen de la obra
creativa dando pábulo al prejuicio intelectual en el que todo lo que nace del
entendimiento es necesariamente racional; o lo que es lo mismo, procede de la
conciencia lógico racional.
El
poeta verdadero, como creador genuino, puede considerarse como el prototipo (o
mejor, arquetipo) simbólico del
Dioscuro: en él habita lo efímero (y mortal) y lo perenne (e inmortal).
No
debe extrañarnos en encontrar, paradójicamente, en el producto creativo (poiético) las huellas de la trascendencia y de lo transitorio que
aspira a la transformación. El poema se inviste en muchos casos de la
ceremonia, el rito, en el que poeta no es sino una especie de alquimista,
meditador, médium que suele estar tocado por la gracia de la fuerza creativa, y
que unas veces procede de lo exterior a él, y otras, de lo más profundo de su
ser.
En
cualquier caso, el producto poético en muchas ocasiones puede estar investido
de la conciencia primitiva[2]
que no basa sus parámetros de consistencia necesariamente en la coherencia del
concepto tradicional y de la razón. Se precisa aflojar la voluntad consciente
para poder aprehender este movimiento generatriz que el poema exige para sus
creaciones y que demanda por tanto una atenuación del yo consciente y racional.
También puede estar conferido el resultado poético del manantial interior
profundo del ser humano poeta como una energía arrolladora que nos revela lo
que estaba oculto.
Hemos
abundado sobre la relación de la fuerza creativa y sus transformaciones a
través de la poesía con la que sucede en el ámbito de los sueños. En ellos se
manifiesta también el conflicto (Dioscuro) del yo consciente y racional que
quiere prevalecer a toda costa, frente a aquel amigo (o enemigo) oculto pero
real que vive en lo más hondo de nosotros mismos, sin temor a la disolución en
lo inconsciente. Es así que el poeta se mueve entre la búsqueda de la voz
(interior) de Dios y la locura (que
supone perder la voluntad consciente y racional sobre las cosas).
De
esta lucha cabe comprender la sospecha y el rechazo del poeta por la visión
platónica de la verdad coronada por la razón. Si acabamos con las convenciones
de la razón, ¿qué monstruos asaltaría nuestra conciencia?, ¿qué locura nos iba
aterrorizar sin su supremacía –de la voluntad racional, nos referimos- ? Lo que
sí es cierto, es que el amigo interior estaría silenciado a no ser por la poesía,
que nos lo ofrece como el fuego mismo.[3]
Seguiremos
hablando sobre esta cuestión fascinante en entradas próximas de este blog
Ancile.
Francisco Acuyo
[1] Alguien
distinto, interior.
[2] Poesía,
pensamiento salvaje, ver post.
[3] Quien
está cerca de él, está cerca del fuego. Evangelio de Tomás, logion 82, CF.
Textos gn´soticos II, pág. 93
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