Traemos para la sección Pensamiento del blog Ancile el cierre del conjunto de reflexiones sobre la nada que lleva por título: La nada: espejo del mundo.
LA NADA: ESPEJO DEL MUNDO
EPÍLOGO
La misma noche de verano,
esperando el alborear del cielo.
Sí, sí a todo, a
todo sí,
a la nada sí, por nada.
Pedro Salinas
Espejo
del universo, la nada aureola el cielo de asterismos que sobre un sueño de luz
la imagen de la noche sin oscuridad refleja. Sueño, sí, que con mano
bienhechora arrulla los espíritus cansados con su ligero arrullo musical.
Astros cuya inquietud reluciente y
dorada preocupación susurran en un silencio constelado, porque todo tiempo es
fugaz para su eterna estratagema de distancia, de movimiento, de permanencia, de
ser para descollar como conciencia personal donde universal será cualquier
conciencia.
La jornada del ser aquí, que no es lugar
ni tiempo, toca a su crepúsculo porque es fogosa vanidad.
Mientras, la eternidad, ahora,
lee el arbitrario libro del destino y
observa las revoluciones de los tiempos. Las vicisitudes de los que sueñan su
desconcierto en la creencia cierta de
que son los que inscriben su designio.
Así se miran las conciencias,
todavía por nacer, y reposan en la nada envueltas en los gérmenes que quieren hablar de unos muy débiles orígenes. El ángel
de la nada da la vida y el empleo a la conciencia. Sí, el ángel que con
violencia en el lenguaje nos conmina duramente a la existencia.
Ese ser separado, cuyo modo sin
modo, forma ahora el cosmos ante nuestra atónita y todavía no existente
presencia que retorna al único principio, que es conciencia de la nada. La
lógica y razón que sin porqué con toda exactitud el ángel en la gracia de la
nada al ser que no es y al ser nos encomienda.
Encaminaos hacia el lecho donde los
astros multiplican su follaje constelado en frondosidad celeste, y que esta
noche el ángel de la nada ha en el vacío apenas sustanciado.
Francisco Acuyo
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