Abundando sobre la terapia artística traemos una nueva entrada para la sección de Ciencia del Blog Ancile que lleva por título: El lenguaje y la psicoterapia : la imaginación terapéutica en el arte.
EL LENGUAJE Y LA PSICOTERAPIA
LA IMAGINACIÓN TERAPÉUTICA EN EL ARTE
Abundar sobre la importancia capital del
lenguaje no es nada nuevo si ya expuesto con rigor y argumentos abundantes desde la antigüedad. Sin embargo, los términos
logomaquia o logocracia, sobre todo utilizado por los enemigos declarados de la psicoterapia,
han sido empleados peyorativamente, como implantación del poder retórico
(preocupado, dicen, por lo concreto y subjetivo o individual), frente a la
ciencia insisten fundamentada en la abstracción y lo universal. No obstante, es curioso cómo
la ciencia en la actualidad, acaso como nunca antes (la ciencia digo, por
ejemplo, de disciplinas duras como la física, en ámbitos como la teoría del
caos, de la relatividad o de la mecánica cuántica) recurren a la analogía, a la
metáfora, a la sinécdoque… para tratar de dilucidar, expresar y sobre todo explicar los fenómenos físicos,
algunos de ellos verdaderamente extraños, con los que tienen que lidiar
ordinariamente en sus investigaciones.
No
menos pasmoso resulta observar (en algunos sectores de disciplinas como la
neurociencia, no solo en los movimientos antipsiquiatrícos), que el único
interés en la contemplación y estudio de la conciencia y de los potenciales trastornos
mentales reside exclusivamente en el sustrato biológico, es decir en el cerebro, y no tanto ¿los conceptos? denominados como psique, mente, o
como quiera denominársele. El tratamiento mediante fármacos o intervención quirúrgica
se establece como panacea para la recuperación del paciente; métodos y modelos
estrictamente fisiológicos imperan entre sus acólitos.
La
cura animarum de la psicoterapia, según estas corrientes materialistas y anti-psiquiátricas, por ser
individual, parece que no puede ser científica. La neurociencia, a la hora de
afrontar el problema de los trastornos mentales, se muestra como una suerte de criptobiólogo cerebral, que sustenta su ciencia en una cierta correspondencia de
hechos que se interpretan reductivamente, al albur de una suerte de fe positiva que no quiere reconocer que la ciencia
también tiene sus límites. A través de mis indagaciones sobre aspectos
psicológicos relacionados con la producción artística (sobre todo con la
poesía),he podido no sólo comprender el por qué la ciencia no
puede abarcarlo todo, sino que esa imposibilidad metodológica para hacerlo, deriva de la
propia naturaleza de la mente: la mente imaginativa
del artista puede ser un referente muy interesante para indagar en estas limitaciones.
Podemos afirmar que los
métodos simbólicos que utiliza el artista obtienen ventaja en muchos aspectos sobre el científico,
en tanto que se sitúan un paso más allá de las vertientes puramente lógico racionales.
Quizá por eso la neurociencia e incluso la neuropsicología no alcanza(n) a comprender
la de manera integral la naturaleza del arte ni la producción artística, sobre todo cuando ciñen su
empeño en circunscribirla físicamente a determinadas áreas del cerebro,
ignorando la propia naturaleza plástica del mismo y de las directrices externas
e internas que invocan al artista en la realización de sus obras. Los mapas
cognitivos de una obra de arte no son susceptibles de encerrarse en una topología
estrictamente mecánica o material-neurológica. Todos los subsistemas de interacción que intervienen
en la realización artística aspiran a una totalidad, y no a ser enmarcados materialmente en reductos cerrados, ya que aquella, la realización artística, digo, depende de variables afectivas, estetizantes, trascendentes, intuitivas…
En
entradas próximas traeremos algunas nociones al respecto de lo dicho. que
tienen un caro e interesante aporte terapéutico en relación a la obra de arte, tanto para
el que lo realiza como para el que se interesa por su la mirífica realidad de su producto.
Francisco Acuyo
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