LUIS DE GÓNGORA INAUGURA
LA INELUDIBLE JERARQUÍA
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Aprovechando que tal día como hoy nacía en Córdoba, bajo el signo de
Cáncer, el gran D. Luis de Góngora y Argote, publicamos esta primera
entrada de esta sección nueva titulada, Ineludible Jerarquía, como
homenaje a su figura, desde luego del todo ineludible para la poesía universal,
pero también porque he dispuesto en esta iniciativa que se anuncia, llevar a
término una singular antología de poetas (y de poemas) en la que se vea
reflejada la particular semblanza de todos aquellos creadores a través de la huella
que habrían de dejar en quien suscribe, la cual puede considerarse no
sólo imborrable, porque además marcaron el trazo señero de las directrices
mediante las que intenté marcar, con toda modestia, una senda propia en
el complejo, dinámico y tantas veces enigmático mundo de la poesía. En este
primer post, sin comentario alguno a los poemas, alguno de los que habrían de
estimular la viva imaginación de aquel poeta adolescente que balbuceaba apenas
sus primeros versos. Hablaremos también de algunas de las ediciones que
imprimieron sello indeleble, si es que a través de ellas unas veces me
inicié en la lectura y atenta de sus versos, en otras me sirvieron de guía
fundamental para la mejor y más profunda comprensión de los mismos.
SONETOS
- XXXI -
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Mientras por competir con tu cabello,
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oro bruñido el Sol relumbra en vano,
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mientras con menosprecio en medio el llano
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mira tu blanca frente el lilio bello;
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mientras a cada labio, por cogello,
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siguen más ojos que al clavel temprano,
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y mientras triunfa con desdén lozano
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del luciente cristal tu gentil cuello;
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goza cuello, cabello, labio y frente,
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antes que lo que fue en tu edad dorada
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oro, lilio, clavel, cristal luciente,
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no sólo en plata o viola truncada
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se vuelva, mas tú y ello juntamente
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en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
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- XXXIII -
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La dulce boca que a gustar convida
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un humor entre perlas destilado
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y a no envidiar aquel licor sagrado
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que a Júpiter ministra el garzón de Ida,
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amantes no toquéis si queréis vida;
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porque entre un labio y otro colorado
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Amor está, de su veneno armado,
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cual entre flor y flor sierpe escondida.
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No os engañen las rosas, que a la Aurora
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diréis que, aljofaradas y olorosas,
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se le cayeron del purpúreo seno;
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manzanas son de Tántalo, y no rosas,
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que después huyen del que incitan ahora,
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y sólo del Amor queda el veneno.
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A Córdoba
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¡Oh excelso muro, oh torres coronadas
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de honor, de majestad, de gallardía!
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¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,
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de arenas nobles, ya que no doradas!
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¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas,
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que privilegia el cielo y dora el día!
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¡Oh siempre gloriosa patria mía,
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tanto por plumas cuanto por espadas!
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¡Si entre aquellas ruinas y despojos
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que enriquece Genil y Darro baña
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tu memoria no fue alimento mío,
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nunca merezcan mis ausentes ojos
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ver tu muro, tus torres y tu río,
tu llano y sierra, oh patria, oh flor de España!
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- XLIII -
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De la brevedad engañosa de la vida
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Menos solícito veloz saeta
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destinada señal, que mordió aguda;
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agonal carro por la arena muda
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no coronó con más silencio meta,
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que presurosa corre, que secreta,
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a su fin nuestra edad. A quien lo duda,
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fiera que sea de razón desnuda,
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cada Sol repetido es un cometa.
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¿Confiésalo Cartago, y tú lo ignoras?
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Peligro corres, Licio, si porfías
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en seguir sombras y abrazar engaños.
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Mal te perdonarán a ti las horas;
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las horas que limando están los días,
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los días que royendo están los años.
- XLV -
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A un ruiseñor
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Con diferencia tal, con gracia tanta
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aquel ruiseñor llora, que sospecho
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que tiene otros cien mil dentro del pecho
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que alternan su dolor por su garganta.
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Y aun creo que el espíritu levanta,
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como en información de su derecho,
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a escribir del cuñado el atroz hecho
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en la hoja de aquella verde planta.
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Ponga, pues, fin a la querella que usa,
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pues ni quejarse ni mudar estanza
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por pico ni por pluma se le veda.
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Y llore sólo aquel que su Medusa
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en piedra convirtió, porque no pueda
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ni publicar su mal ni hacer mudanza.
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- LXXI -
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A don Cristóbal de Mora, marqués de Castel-Rodrigo
del libro de Baltasar Gracián Agudeza y arte de ingenio
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Árbol de cuyos ramos fortunados,
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las nobles Moras son quinas Reales,
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teñidas con la sangre de leales
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Capitanes, no amantes desdichados.
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En los campos del Tajo más dorados,
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y que más privilegian sus cristales,
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a par de la sublime palma sales,
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y más que los laureles levantados.
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Gusano de tus hojas me alimentes,
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pajarillo sosténganme tus ramas,
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y ampáreme tu sombra peregrino.
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Hilaré tu memoria entre las gentes,
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cantaré enmudeciendo ajenas famas,
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y votaré a tu templo mi camino.
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El soneto xxxi,es grandioso,por su sencillez!!!!
ResponderEliminarMe gusta mucho!!! y,és interesante,esta nota.
Gracias,Francisco!!!
Nada mejor, amigo que este homenaje al grande poeta de todos los tiempos. En to hay mucho de ese genio de Góngora, mejorado por el decursar de la vida, por tu propia experiencia y emocionalidad, por la forma sutil e inteligente conque miras el mundo y lo perfeccionaas en palabras de profundo dramatismo y belleza. Si el maestro viviera todavía, sin dudas serían grandes amigos y emularían para bien de la poesía. Un abrazo.
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