Del libro (iniciático) La transfiguración de la lira, 1984, recogemos otro poema para la sección del blog Ancile Poema semanal. Libro, como decía, de iniciación en el rito arcano de la creación poética, que así estimaba su ejercicio entonces el primerizo poeta que incoaba en ámbito tan amado como misterioso a sus veinte y pocos años (aunque los poemas que incluyen fueron concebidos en realidad en púberes y vehementes años inexpertos que rondaban los dieciséis o diecisiete) que fue cuando vio su primera obra publicada.
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ALAS de una avecilla son undosa,
cuantas la tibia apenas mariposa
–de este surcar selvado acrisoladas–
liras funde irisadas de la espuma
(instable coro en la fruición de pluma):
silentes unas, otras transformadas.
NEBULOSA dilátese en la arena,
que de sí al discurrir cual azucena,
murmurar de la orilla no sabía:
¡Ah!, ve si ya suspira trascendida
al nido cristalino seducida,
divina, discursiva poesía.
SIDERAL como flor exhale al cielo
del paladar la lengua todo vuelo,
y hable del son los cálices tranquilo:
¿Cúya es esa, la sombra del vocablo?
¿Y esa voz de cupido sin venablo?
¿Y esa que poliniza flor estilo?
RIACHUELO poesía se traslada
que volando tan suave en la bajada,
de la nieve no muévese la hacienda.
Paloma el arroyuelo ya dormida,
cegaba el vuelo al ángel de la vida
el trasluz casi níveo de su venda.
CADA mano al visaje, fuminada,
a buril es la lágrima de cada
vida, el cincel, entonces, de la vida
(de gente que esmerila entre la gente,
o era de estos poemas dulcemente)
la estela entre los dedos esculpida.
PRESTA la voz y ojos cuanto da las-
timosas claro pájaro, las alas,
rojas, recién cortadas de corolas.
Del venero en la sangre que destilas,
de la tinta en su préstamo fundí las
palabras fluido epígrafe en las olas.
Francisco Acuyo, de La transfiguración de la lira, 1984.
cuantas la tibia apenas mariposa
–de este surcar selvado acrisoladas–
liras funde irisadas de la espuma
(instable coro en la fruición de pluma):
silentes unas, otras transformadas.
NEBULOSA dilátese en la arena,
que de sí al discurrir cual azucena,
murmurar de la orilla no sabía:
¡Ah!, ve si ya suspira trascendida
al nido cristalino seducida,
divina, discursiva poesía.
SIDERAL como flor exhale al cielo
del paladar la lengua todo vuelo,
y hable del son los cálices tranquilo:
¿Cúya es esa, la sombra del vocablo?
¿Y esa voz de cupido sin venablo?
¿Y esa que poliniza flor estilo?
RIACHUELO poesía se traslada
que volando tan suave en la bajada,
de la nieve no muévese la hacienda.
Paloma el arroyuelo ya dormida,
cegaba el vuelo al ángel de la vida
el trasluz casi níveo de su venda.
CADA mano al visaje, fuminada,
a buril es la lágrima de cada
vida, el cincel, entonces, de la vida
(de gente que esmerila entre la gente,
o era de estos poemas dulcemente)
la estela entre los dedos esculpida.
PRESTA la voz y ojos cuanto da las-
timosas claro pájaro, las alas,
rojas, recién cortadas de corolas.
Del venero en la sangre que destilas,
de la tinta en su préstamo fundí las
palabras fluido epígrafe en las olas.
Francisco Acuyo, de La transfiguración de la lira, 1984.
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