LA LEGIO VERNÁCULA:
HISPANIA ENTRE JULIO
CÉSAR Y OCTAVIO AUGUSTO.
Desde los crustae[1]
–republicanos- de Azaila,[2] las
pinturas de Celsa,[3]
el mosaico opuis tessellatum, en
Ampurias, hasta el fresco del Pavo Rea;,[4] o el
templo de Vich, los acueductos, los puentes, los faros, los foros, los teatros,
los pórticos, las termas, los arcos y otros monumentos sin cuento que poblaron
la Hispania romana, llegó a configurarse muy singularmente el entorno urbano y
rural de nuestra geografía (también el espíritu selecto de los avisados
pobladores que se vio impregnado por los genios de Marcial, Quintiliano o
Séneca….), no en vano aquellas magnas obras arte miran los siglos con infinita
distancia, y entre ellos el Coliseo, que el poeta, tras su estancia en Roma,
habría de causar hondo efecto, y en su perpetuo reflejo, todavía me parece
escuchar de labios del mismo Marcial aquel: “Omnis Caesareo cedit labor
Amphiteatro, unum pro cuntis fama loquetur opus[5].” [Sic]
A
este fragmento habría que añadir este otro no menos interesante que decía: Los consejos del insigne rétor, Quintiliano,
quien se diría fuese envidia del mismo Isócrates, advertían en, De causis
corruptae eloquentia, del descuido y aun de la depravación del arte de la
elocuencia, que tanto hubo de influir en
Tácito y que fue sin duda senda a seguir por quien suscribe este momento de
nuestra historia que, a la sazón, habría de conformar la imperecedera,
Institutione oratoria, guía indiscutible de la retórica y su filosofía para
cualquiera tiempo. [Sic]
Tras
el relato de estos fragmentos que reproducimos, la historia de este Diario toma
singular carta de naturaleza. Ofrece visiones (¿de primera mano?) del acontecer
histórico de la Hispania cuando en plena guerra civil parecía consumirse Roma. Especialmente emotivo fuera aquel otro
fragmento en que el gran Julio César lloraba ante el monumento a Alejandro en
Cádiz:[6]
¡Qué poco he conseguido, ¡oh!, insigne
Alejandro, con el mismo tiempo, y aún a edad más temprana ya conquistaste medio mundo…!
[…] [Sic]; para finalmente privar a Pompeyo del gozo de la conquista de
Hispania; indeleble recuerdo dejó su derrota en Ilerda, [7]
y, finalmente en Munda,[8]
gracias a lo cual fue posible la romanización de Hispania, no en vano los nombres
de Lucio Cornelio Balbo, Legio Vernácula, totalmente constituida
por soldados hispanos.
Lucio Decidio Saxa y Ticio pasaron a formar parte del
eximio senado romano, siendo todos ellos nacidos en la Hispania, contando, además, con la ilustre
Tras
la muerte de César (en los idus de marzo del 44 a. C.), los conjurados intentan
restaurar la república, muchas ciudades hispanas serían arrastradas a
participar directamente en la guerra civil, lo que llevaría a dichas urbes a
una posición preponderante cultural y políticamente en los momentos en los que
se jugaba el designio de la misma Roma. Así resumía nuestro historiador su
relato: Seis siglos nos contemplan junto
al sentir de occidente en Hispania, como la que será nuestra lengua y la primera
pericia de unidad hispánica; así como el
municipio, el Derecho y la sistemática jurídica, la educación superior….[…]
[Sic]
Si
importante fue el paso de Julio César por el crecimiento cultural y político de
Hispania, no iría a la zaga el de su sucesor, el emperador Octavio César
Augusto. Este párrafo que trascribimos literalmente puede servirnos de singular
referencia para imaginar la situación
del carácter e idiosincrasia de nuestro pueblo:
La legión de Julio César, la III macedónica,
la V Victrix y la VI Alaudae, la VII hispánica y las Augustas I y II, las más
eminentes y aventajadas tropas del Imperio romano, hicieron falta para, durante
una guerra de veinte años, el doble de lo que césar necesitó para doblegar a
las Galias, hicieron falta para acabar con la resistencia del resto de la
Hispania, siendo precisa la presencia y
la dirección del “imperator” en territorio hispano (en Tarraco). Una vez que
fue posible la pacificación de Augusto, la Hispania entra en plena comunicación
con el imperio romano, lo cual entre, otras albricias, abocaría a los periodos
de los grandes emperadores hispanos. [Sic]
Tras
estos párrafos vinieron otros de no menos consideración y dignidad histórica,
los cuales dejaremos para próxima entrada.
Francisco Acuyo
[1]
Imitación de mármol recortado conformando diversas figuras.
[2] Teruel.
[3] Velilla
del Ebro.
[4] Siglo I
d. C. en Bilbilis (Calatayud).
[5] Marcial:
Liber despectáculis, epigrama I. Todo esfuerzo cede ante el anfiteatro de
César, la fama hablará solamente de esta obra en lugar de todas las demás.
[6] Pensaba
Julio César en su frustración al contemplar lo poco que había hecho en relación
a las conquistas de Alejandro con la misma edad.
[7] Lérida,
año 49 antes de Cristo.
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