Para la sección, Ciencia, del blog Ancile, traemos el cierre o conclusión a las reflexiones sobre la nada (y la conciencia) con la entrada que lleva por título: Nombrar la conciencia y la nada.
NOMBRAR LA CONCIENCIA Y LA NADA
CUANDO John Weeller afirmaba que
ningún fenómeno será considerado como tal (no sería o sería nada) hasta que
fuese observado, planteaba una visión bien diferente sobre el concepto y
realidad de lo que es en el mundo. La retrocausalidad[1]
muy bien nos pudiera estar sugiriendo que la realidad es algo subyacente que
interconecta el contenido todo del universo y que, en cierto modo, me recuerda
a la idea del sunyata Zen, en cuyo
vacío todo está originariamente, y que el espacio y el tiempo no son nada sin
la conciencia, situación que hace imposible establecer una conexión lógica de
lo que acontece en esta realidad originaria (y última). La nada previa a la
mente o a la conciencia es algo inaprensible mediante un racionamiento positivo
ya que está sujeta a una enigmática contradicción, ya que nos situamos en una
dialéctica de la contradicción, y es que para que el tiempo y el espacio sean
nada, ese ser es existir, pero negado consecuentemente.
La
energía oscura ha pretendido ser una fuente explicativa de aquella
contradicción positiva que anunciábamos en el párrafo anterior. La cuestión es
que muy poco o nada sabemos de ella, salvo que es una fuerza antigravitatoria
que diríase impregnar todo el espacio y que cuanto más vacío esta el espacio
más prevalece esta energía. En cualquier caso este vacío, aquella nada
predomina en el universo como potencia inimaginable. El concepto de distancia
acaso deja de tener sentido (ya Einstein demostró que el espacio -y con él el
tiempo- es algo inherentemente
sustantivo), por lo que el vacío o nada supuesta o potencialmente originaria
debiera ser algo que, algunos pensamos, es en realidad un continuum de
conciencia (recordemos a Kant cuando decía que es nuestra mente la que procesa
la información que recibe del mundo y pone orden… y que será nuestra mente la
que crea las condiciones de espacio y tiempo para experimentar los objetos), y
se nos viene a la cabeza aquella afirmación en forma de interrogante de
Cicerón: ¿Por qué os empeñáis en que el universo no es una inteligencia
consciente, cuando da luz a inteligencias conscientes?.
Acaso
una de las razones por las que nos cuesta tanto trabajo asimilar el concepto de
la nada sea porque el pasado en realidad no comienza cuando el Big Bang
acontece, sino cuando tenemos conciencia de que ha sucedido, la nada no tiene
razón de ser y por tanto es inaprensible para nuestra existencia consciente. La
nada y la conciencia mantienen una singular interconexión que acaso ha acabado
por manifestarse como uno de los enigmas más profundos a lo que se enfrenta la
ciencia y el pensamiento humano y que comienza cuestionando la naturaleza
física de aquella, no en vano el mismo Steven Weinberg reconoce que la
conciencia no parece derivar de ninguna ley física.
En
el proceso (conceptual, retórico y analógico) de dar nombre a las cosas podemos
detectar interesantes consecuencias en relación a nuestra percepción de la
realidad y también de lo que esta hipotéticamente sea. Si al nombra los colores
(proverbio chino) estamos dejando apercibir toda la inmensa gama de tonalidades
que encierran, debemos entender que los límites de nuestro conocimiento son los
límites de nuestra razón, la separación de los objetos proviene de la ilusión
conceptual de distinguirlos distintos de nosotros, acaso sólo el lenguaje
poético puede aproximarse a la totalidad que integra la realidad del mundo,
porque acaso se rebela contra la misma norma racional lingüística para
aprehender el mundo, y nos obliga a plantearnos con Heisenberg, si la ciencia contemporánea
a plantearse si es posible comprender la realidad a través de los procesos
mentales. Los algoritmos desarrollados por la mente (en los que se incluyen los
del funcionamiento de los diferentes lenguajes) nos obligan a reconocer sus
límites, y que la lógica y los juicios racionales, fuera de su marco en el que
fueron concebidos poca cosa pueden explicarnos sobre la realidad última y
primera (que viene a ser la misma cosa) del mundo y donde todo está en todo y
donde la nada que es conciencia hace posible cualquier todo.
Francisco Acuyo
[1] Los
sucesos que una vez tuvieron lugar (supuestamente en el pasado) no tuvieron
lugar –manteniéndose en un estado probabilístico- sino cuando en la actualidad lo observamos y
se hace realidad.
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