Abundando sobre el concepto y objetividad de la realidad, traemos un nuevo post para la sección de Ciencia del blog Ancile, esta vez bajo el título: Conciencia: ¿la materia que se contempla a sí misma?
CONCIENCIA: ¿LA MATERIA
QUE SE CONTEMPLA A SÍ MISMA?
Si la teoría estándar de la
materia encuentra sus límites en la materia perceptible, ¿por qué hay más
materia que antimateria? Esta y otras cuestiones semejantes nos ponen en la
vanguardia para alcanzar lo que en verdad la materia sea, y con ella, la
estructura misma de la realidad. Estas consideraciones siempre irán de la mano
del pasmo y del asombro de lo que podemos observar y comprender del universo,
sobre todo por la belleza que encierra su realidad aparente y aquella otra que
hemos podido investigar y entender de la misma.
Será
a raíz de ese asombro y de la sensibilidad nuestra para percibir toda la
belleza que conforma, el activo mediante el cual podamos establecer unos parámetros
razonables para preguntarnos por el sentido o significado de todo aquello que
nos asombra y anonada por su hermosura cierta. Aunque la ciencia (física y
matemática aplicada a aquella) en este caso sea descriptiva, no puedo dejar de
ver en esas aproximaciones a lo que acontece en el mundo, una manera de
considerar nuestro papel en este entorno bello y enigmático.
No
puedo, en fin, dejar de asombrarme de que soy una parte integral de este
complejísimo universo, y que he llegado a este asombro a través de mi
conciencia de sí y de lo que me rodea. En verdad somos la materia que se
contempla a sí misma. Parece que la misma ciencia no puede darnos razones
claras de por qué esto es así.
Es totalmente normal que sobrevenga a nuestra mente qué pinta la conciencia en este entramado intrincadísimo que consideramos realidad. Es más, nos impone interrogantes tales como ¿qué es la realidad? ¿Cómo podemos responder a esta sustancial pregunta si ni siquiera podemos contestar con contundencia sobre lo que la misma materia es en realidad? Entonces, ¿qué diremos sobre lo que la mente, la conciencia, el espíritu, da igual la terminología que apliquemos, es?
Sobrevienen
nuevas interrogantes de manera inevitable, porque, para algunos pensadores de
talla mundial, todo parece indicar que aquello que es real no es ni causal ni
local (Bergson), por lo que lo real estará siempre velado; no obstante, ¿cómo, o
por qué de la realidad del ser?
El
hecho de la percepción o la conciencia del ser es otro misterio añadido al del
enigma del ser mismo. La vieja interrogante de ¿por qué hay algo en vez de
nada?, se `perpetua y aún se acrecienta cuando existe la percepción del ser y
la necesidad de la nada, implícita ésta en el muro de Planck, donde la gravedad
levanta la infranqueable barrera de la gravedad, más allá de los primeros segundos
del universo (10 -43 segundos). Es así que el mismísimo John Wheeler
lo apercibía como un océano infinito de energía con apariencia de la nada.
Los
misterios se suceden en este punto, pero la conciencia ofrece una perspectiva
inaudita, si no para la comprensión exacta de lo que es la realidad, al menos para una intuición por la que aproximar cómo mediante la totalidad de la nada se
puede llegar a ser, y todo a través del apercibimiento de la conciencia misma.
Una
de las muestras más pasmosas de esta intuición fue la de Bergson, que entendió
que la asimetría actual de nuestro universo material, no es sino el vestigio
asombroso de una simetría inicial perfectamente simétrica. Asimetría que tiene
lugar como creación, que no es, sino un gesto que cae. El mundo conocido es
pues, la expresión de una simetría quebrada, acaso por el proceso mismo de conocer
a través de la conciencia.
Nosotros
planteamos aquí una propuesta no sé si audaz, o disparatada, en tanto que lo que siempre se ha creído es
que la vida es el origen de la conciencia, y que estas provienen de la energía (de
vacío) que se derrama sin aparente objetivo por el universo. Pero, ¿y si fuese
esa energía oscura, inexplicable, precisamente una suerte de conciencia universal
que se nos manifiesta como una singular energía que es consciente de sí y que
es capaz de conformar la materia dando a esta la opción extraordinaria de
contemplarse a sí misma, en forma de vida?
Veremos
pues en próximas entradas de este blog Ancile, si en verdad la vida es una mera
propiedad que emerge de la materia, obedeciendo aquella célebre necesidad
azarosa de Monod, o responde a otras vertientes menos deterministas y desde
luego más enigmáticas.
Francisco Acuyo
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