Nuevo
relato breve de nuestro querido amigo y excelente escritor Pastor Aguiar para la
sección de Narrativa del blog Ancile,
esta vez con su narración titulada Allá.
ALLÁ, POR PASTOR AGUILAR
Iba
Tolo andando sin apuro, día tras día sin desviarse de la ruta virtual que había
trazado desde su nariz hasta donde el cielo se une con la tierra.
Una
vez le había preguntado al abuelo Lucio.
_
¿Qué hay allá, abuelo?_ Y le apuntaba con el índice como el rabo de un perro
venadero ante la presa.
_
Allá es siempre allá, muchacho; nunca llegas.
_
Yo voy a llegar alguna vez. Debe ser que la gente se rinde antes de tiempo.
_
Y dale con la bobería, carajo. Por qué no se te ocurre ir a echarle comida a los
puercos.
Pasaron
años y Tolo se hizo hombre, pero no había dejado de preguntarse lo mismo. Ya
tenía callos en la mirada.
_
Aunque tenga que agacharme, voy a llegar al mismo punto donde se unen. Quizás
el cielo sea como un cristal, o pellejo de burbuja. ¿Se acabará todo allí
mismo? _ Se preguntaba subido a las últimas ramas de la mata de güira.
Y
después del primer aguacero de mayo, se echó el porrón de agua al hombro y salió.
_
Se van a joder, partía de ignorantes, vagos rutinarios. A nadie le diré lo que
vea; digo, si me da por volver.
La
primera semana fue fácil, llanos, matorrales enclenques, algún arroyo estrenado
por la primavera.
Pero
al cabo de un mes comenzaron las colinas, los tramos de monte espeso y el
ladrerío de peros jíbaros durante las noches, de manera que decidió dormir por
las mañanas y avanzar a tientas, con el machete listo.
Ya
sería julio, porque los aguaceros lo empapaban a diario; aunque ello le daba
alegría y espantaba la modorra.
Cada
vez que llegaba a un claro, le parecía que su meta iba acercándose.
_
Creo que estoy en la mitad del camino_ Se dijo sonriente.
Así
las cosas, una tarde, alguien se acercó en sentido contrario.
Era
un viejo con una barba enorme, color de leche recién ordeñada.
_
Eh, amigo, ¿viene de allá?
_
¿De dónde?
_
Sí, de la unión del cielo con la tierra.
_
Usted querrá decir de donde el diablo dio las tres voces, ¿no?
_
Bueno, debe ser igual.
_Me
da gracia. Mire, quizás yo ande buscando lo mismo que usted, la diferencia es
que
por caminos opuestos. Ya nos veremos en China.
El
viejo siguió sin mirar atrás, ensayando una destartalada carrerita.
_
Qué tipo más raro. Debe ser otro que se rindió_ Musitó Tolo con bríos
renovados.
Noviembre
llegó con los primeros fríos y el paisaje desnudo.; apenas algún cactus que le
ofrecía sus frutos cundidos de semillitas negras.
Tolo
había perdido la cuenta de las veces que llenó el porrón, de todas las cosas
extrañas que se alimentaba.
Para
evitar el desanimo, se puso a repetir canciones, a inventar décimas de alabanza
a sí mismo, Quijote explorador, Cristóbal hacia el fin de las tierras.
_
Está cada vez más cerca; deben ser mis ojos que se acostumbraron a lo de antes_
Y sacudía la cabeza dándose manotazos, tratando de ver las paredes del arriba
sobre el abajo a media jornada de distancia.
_
Parece que por acá no vive nadie.
Tres
o cuatro meses más tarde, casi medio Tolo de tantos frentes fríos y poco de
comer, comenzó el ascenso de una loma rocosa, pero no tan empinada.
_
Seguro que está al otro lado.
No
se detuvo ni con la noche. Fue arrastrándose entre piedras que rodaban
peligrosamente, bebiendo pequeños sorbos
de las últimas reservas.
Cuando
salió el sol ya descendía por la ladera contraria, ahora entre arbustos que no
le dejaban ver su meta, porque iba convencido de que el cielo le rozaba la
cabeza, y se encorvó instintivamente.
_
Al fin, carajo, al fin.
De
repente salió al descubierto, un suelo empedrado y filoso que venía a terminar
en una inmensa sábana de agua, como si el cielo, en vez de unirse con la
tierra, se hubiera derretido sobre la misma.
Maravilloso cuento, Pastor! Allá, donde todos queremos llegar como el personaje. Gracias por la fantasía, por la reflexión y por la calidad del trabajo que nos entregas.
ResponderEliminarGracias Francisco Acuyo por la oportunidad que nos das de leer narrativa inspiradora.
Un cordial saludo.
Jeniffer Moore
Gracias, amigo Acuyo. No sabes cuánto me honra y estimula ver mis modestos atrevimientos de escritor siempre con hambre de mejorar, en este prestigioso sitio, donde tan buenos trabajos regalas día a día. No tengo cómo agradecerte, caro amigo. Un abrazo bien fuerte.
ResponderEliminarRenovado agradecimiento, amigo, por traer de nuevo este relato que disfruté escribiendo. Un abrazo.
ResponderEliminar