EL AMOR DEL VIAJERO
Borh-Heisenberg
PUDIMOS encontrarnos ya perdidos
en el tiempo, en el páramo un instante
de la muerte, y beber en la fragante
extensión donde fueron confundidos
jacintos pensativos y los sabios
alhelíes a fuer de entendimiento.
El amor –sin razón al pensamiento–
solo cambia de tierras y de labios.
El corazón apura cada beso
si la mente reparte con la aurora
los dones a este pecho. A tu regreso,
si alguna vez te fuiste, aquella herencia
del olvido en tus ojos delatora,
renuncia al mundo para ser conciencia.
Francisco Acuyo, de Los principios del tigre, 1997, 2012 en 2ª edición aumentada.
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