De Martin Stranka |
¿SON LOS LÍMITES DE
LA CIENCIA
LOS LÍMITES DE LA CONCIENCIA?
EL LENGUAJE Y LA
CONFIGURACIÓN
DE LA REALIDAD POÉTICA O CREATIVA
En cosmología se reconoce el
horizonte cosmológico[1]
como uno de los límites insuperables del conocimiento científico. Es pues una
realidad que la ciencia (y su método) no pueden sobrepasar. No es esta la única
frontera infranqueable: la asimetría del universo,[2]
es otro de los enigmas indescifrables en cosmología; impide, no solo el
conocimiento de lo que sea la materia oscura (mucho más cuantiosa que la
visible) y fundamental para la teoría de la constitución del universo,[3]
sino también el de la materia ordinaria. Lo que aconteció antes del explosivo origen del cosmos (el Big Bang)
–que se dice requiere de una teoría de la gravedad cuántica, es otro enorme misterio.[4]
Añadamos otra problemática no resuelta y sobre la que nosotros hemos insistido
con abundantes referencias, la naturaleza de la misma materia. A la luz de la
deducción de la existencia (no es una ironía) de la materia (y energía)[5]
oscura(s) parece insistirse en que el fundamento de buena parte de la ciencia
(y del pensamiento contemporáneo, altamente positivo materialista) no sabe con
seguridad cuál es su naturaleza.
Estas
son solo unas pocas aproximaciones a los límites de la ciencia, y en uno de sus
campos teórico prácticos más potentes, cual es de la física (y, más
concretamente la astrofísica y la cosmología). Será en el ámbito de la biología
y sus exiguos presupuestos teóricos donde se detectan escollos de relieve aún
mayores para un estudio completo de su realidad fenomenológica (así como
también lo reconocía Chomsky en el ámbito de la lingüística), ya que (ambos) se
proclama(n) meros descriptores de la naturaleza, es decir, meros recabadores de
hechos que conducirán hacia un correcto experimento,[6]
por lo que parecen desechar una teoría amplia y poderosa que abarque, por
ejemplo, a todos los organismos vivos (o
en lingüística, todas las manifestaciones del lenguaje). No obstante, la
comunicación e intercambio de información (biológica, a través del ADN,
lingüística, a través de[7]
(también Jakobson), sobre todo si la basamos en el sentido matemático abstracto
tan poderoso que diera Claude Shannon a las matemáticas de la comunicación[8],
pues expone un tipo nuevo de selección natural en términos muy distintos a la
clásica visión evolucionista amparada por la selección del más fuerte. La
redundancia de los códigos fueron los que aseguraron una transmisión sin error,
desde el ADN hasta la proteína (o desde los fonemas, las palabras… a la frase o
al verso y el poema desde una lingüística poética), no obstante de ofrecer una
entropía (como información potencial) que habría de garantizar una variedad
inmensa de mensajes posibles, los que, al fin, darían lugar a los organismos
superiores (o al poema como obra de arte).
Parece que la
redundancia reduce la entropía (el desorden) en el ámbito biológico (también en
el lingüístico), y esto tiene unas consecuencias. Las diferentes formas de
redundancia (véase por, ejemplo, el caso del lenguaje poético las redundancias
propias de la gramática, de la métrica, de
los componentes retóricos…) se dividen en aquellas que permanecen fuera de
contexto y las que serán sensibles a este[9].
Para la construcción de un poema debe bajar la redundancia ya que la
incertidumbre ensancha las herramientas creativas (vocabulario, fórmulas
expresivas, hallazgos métricos…) aumentando toda suerte de variedad (semántico
expresiva), y esto, insistimos, sucede cuando la redundancia contextual se reduce
al mínimo. Este punto es en el que se dice que la vida, desde la óptica de la
biología, empezó; acaso el poema adquiere forma orgánica viva en tanto que la
evolución desde la que se configura ya no es azarosa pues, tiende, no hacía la
indeterminación entrópica (caótica), sino hacia la complejidad y, curiosamente,
hacia un grado de orden que le hace específico organismo (vivo o poético).
Si
seguimos con la analogía del poema, podremos constatar que el orden
anteriormente aludido viene a traducirse en diferentes normas (lingüísticas,
sintácticas…) sin las cuales el lenguaje no existiría y desde luego el poema
tampoco, pero, no debemos llamarnos a engaño, aquellas reglas, si son las que
producen los mecanismos de funcionamiento del lenguaje poemático, no se rigen
por el mismo aparataje riguroso de causa y efecto, son más que articulaciones, serán
elementos fluidos, dinámicos y abiertos que garantizan siempre novedad. La
poesía se posiciona incluso más allá de los propósitos de la gramática
transformacional pues,[10]
también va a mostrarse como un instrumento de creación e interpretación del
mundo altamente singular. Los algoritmos del lenguaje manejan símbolos en
ciertas cantidades para convertirlos en otras cantidades con un número finito
de reglas (gramaticales) de transformación que en la poesía adquieren rasgos de excepción. De hecho el
papel travieso, juguetón, inquieto y trasgresor de las mismas normas que la
constituyen, hace que su actividad simbólica admite violar y trasgredir esas
mismas reglas excepcionalmente, lo que a su vez
le permite un cierto carácter
de innovación espontánea no exento de grandes dosis de audacia expresivo
creativa, que muy bien pudiera emparentarse con la gracia de la imaginación
infantil exenta de convenciones marcadas.
El
mensaje poético bebe de fuentes en los que el código transmisor está destinado
a sugerir en las estructuras más profundas de nuestra mente para abrir a
posibilidades infinitas lo que se puede
decir[11]
y, aún más de lo que se puede crear lingüística y psicológicamente, si dan un
paso más allá de la mera comunicación interpersonal, pues sirven también para
la introspección más profunda que incluso sobrepasa la de
la propia experiencia.
Es
claro, en fin, que el lenguaje es un espejo de la mente[12],
y que la poesía lo utiliza para la creación de mundos alternativos que, no
obstante, viven de lo que en este subyace. El vasto dominio de la poesía es el
ámbito desde el que más allá de los límites de la estructura sintáctica y
lingüística, se vierte como el lugar desde el que posibilitar hallazgos
profundos sobre la misma estructura de la mente. Los factores inconscientes del
lenguaje (donde funcionan incluso las reglas mismas gramaticales), ponen en
evidencia desde el lenguaje poético no tanto el factor lógico sino el
psicológico de su funcionamiento. Son los principios profundos de la mente los
que explican la propia naturaleza del lenguaje, que es decir los de la poesía
misma. De hecho en la imagen poética, como en muy pocos casos más, se pueden
constatar los mensajes hondos simbólicos y mitológicos que inundan los estratos
más profundos de la psique humana, cuya estructura da forma a otra manera de
orden universal (semejante al de la propia gramática) que, por otra parte,
desempeña un papel activo dentro de cualquier actividad creativo artística o
literaria.
Como
ejemplo podemos considerar el carácter numérico contable (natural) del metro en
poesía, que puede considerarse como un orden universal inconsciente para
garantizar una prescripción ordenadora
en el caos de las sensaciones. Será
interesante indagar sobre el modo de integrar y procesar la información del
lenguaje poético y, si se nutre de lo que interiormente (psicológicamente)
existe en la mente o, si por el contrario, todo el acervo informativo se
encuentra en el mundanal ruido del exterior de nuestra mente. Cuestión esta que
someteremos a debate en próximas entradas de este blog Ancile.
Francisco Acuyo
[1]
Esta frontera se extiende más allá de los dominios que se pueden observar
(debido a la finitud de la velocidad de la luz) y al tiempo fijo de la
existencia del universo, solo podemos acceder a una región finita del espacio,
da igual los avances tecnológicos que se puedan producir.
[2]
Fundamental para la propia vida tal y como la conocemos..
[3]
La materia oscura, indetectable por la luz, es la que establece las necesarias
fluctuaciones en la distribución de la materia respondiendo de manera ordinaria en la formación de galaxias y demás
componentes visibles del cosmos, además de establecer estructuras que son
reconocibles precisamente a través de la materia ordinaria.
[4]
Pretende resolverse conjeturando la posibilidad de un universo infinito en el
tiempo, o bien empezó en un instante único y singular (Big Bang) o, acaso no
somos sino uno de los múltiples universos (multiversos) que han existido desde
siempre.
[5]
Es la energía que hace que el universo esté en continua aceleración y expansión
(como fuerza gravitacional repulsiva).
[6]
Campbell, J.: El hombre gramatical, Fondo de Cultura Económica, México, 1989,
p. 153.
[7]
Gatlin, L.L.: Information Theory and the Living System, Nueva York, Columbia
University Press, 1972.
[8]
Gatlin, L.L.: Conservation of Shannon’s Redundancy for Proteins, Journal of
Molecular Evolution, 1974, 3: 189-20.
[9] Un
ejemplo de fuera de contexto en el caso del lenguaje (poético) sería el número
de letras que bien pudieran aparecer en un determinado pasaje (verso) de texto
(poema); la segunda, sensible al contexto, viene a medir el punto en el que se
separa de un estado de perfecta independencia de los otros, ya que tiene en
cuenta la relación entre las diferentes letras.
[10]
Gramática que considera que las reglas internalizadas del lenguaje van a ser
capaces de generar un número infinito de frases gramaticalmente coherentes.
[11] Véase
la concepción revolucionaria de Chomsky a este respecto sobre el lenguaje en
general.
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