Siguiendo las directrices marcadas en anteriores entradas sobre la retórica en poesía, proponemos una nueva entrada para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, esta vez bajo el título: De la terapia poética en la figura retórica en poesía.
DE LA TERAPIA POÉTICA
EN LA FIGURA RETÓRICA EN POESÍA
El impulso poético creativo y su función y dinámica retórica
adquiere un valor no solo persuasivo importante para la percepción del mundo,
sobre todo para lo que en verdad en el mundo pueda ser.[1]
Decía en otra ocasión: […] Pues bien, el lenguaje (y la retórica) escrita o imaginada, se articula subjetivamente
como impulso creativo, donde la persuasión dará un papel relevante, si no
fundamental a nuestra percepción del mundo, y también a lo que el mundo pueda
en realidad ser (física de partículas). La verosimilitud y la probabilidad son
las que en verdad marcan la realidad personal y transpersonal más allá de la
comunicación misma. Podemos inferir de todo esto que la razón es un vehículo
más para el entendimiento y la comprensión del mundo, mas no el único. Por vía
del estudio de la retórica tanto el consciente como el inconsciente se vierten
como posibilidad
creativa de primer orden: la imagen ofrecida por las figuras
retóricas nos dice que la realidad (Schopenhauer, la teoría cuántica) sin la
conciencia el mundo no tendría que ser posible.[2] Ni entendible, y no podríamos dar cuenta, o mejor tener
entendimiento de nosotros mismos. Es aquí desde donde debemos ser conscientes
que el sentido y la búsqueda y hallazgo de este, son fundamentales para nuestro
desarrollo y estabilidad psicológicos. Por lo que desde aquí se pueden proponer
terapias para recuperar o conseguir a aquella estabilidad perdida.
Cabe deducir para cerrar esta ya prolija introducción,
que la trópica retórica no es un mero ornamento elocutivo, acaso sea el
fundamento más profundo de cualquier tipo de lenguaje que alcanza su cenit en
el poético. Si Schopenhauer nos enseñaba que la esencia misma de las cosas solo
es asequible mediante representaciones, los tropos y figuras deben entenderse
como muy próximas al fluir de nuestras emociones, intuiciones y más profundos
pensamientos, los cuales permiten representar mediante sus nombres todo aquello
que no pueden hacer los procesos lógicos, filosóficos y científicos en pos de
atender la realidad.
Francisco Acuyo
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