jueves, 11 de abril de 2019

HERMENÉUTICA DE LA ALEGORÍA DE LA CAVERNA.


Siguiendo con el mito de la Caverna de Platón, El profesor Tomás Moreno, para la sección, Microensayos, del blog Ancile, trae la entrada que lleva por título: La alegoría de la caverna. Hermeneútica.





HERMENÉUTICA DE LA ALEGORÍA 

DE LA CAVERNA


La alegoría de la caverna. Hermeneútica.Tomás Moreno


 II. LA ALEGORÍA DE LA CAVERNA. HERMENÉUTICA
La riqueza de la "alegoría" platónica de la caverna no se reduce a esta única interpretación, que antes hemos expuesto. Las claves interpretativas son múltiples. Veamos algunas posibles:
            En el "mito de la caverna" vemos representada, en clave ontológica, la concepción metafísica de Platón con su división de la realidad en dos regiones o mundos ontológica o entitativamente diferentes: el mundo visible o sensible (cosmos aiszetós o caverna) y el mundo inteligible (cosmos noetós, exterior a la caverna). El mundo de las apariencias y el mundo de la verdadera realidad ontológica. El fuego que produce las sombras tiene un poder similar al del Sol en nuestro mundo de apariencias: su luz nos permite conocer el mundo. El exterior de la caverna es el mundo inteligible al que accede nuestra alma mediante la razón. La Idea fundamental del mundo inteligible es la Idea del Bien que tiene una función semejante a la que tiene el Sol en el mundo sensible: su luz nos permite conocer el resto de las Ideas. Además el Sol del mundo visible es la causa de los seres y la Idea del Bien da el ser a las demás Ideas. Así, la Idea de Belleza recibe su ser de participar de la Idea del Bien.
            El relato puede interpretarse en clave epistemológica –en conexión con el pasaje que precede inmediatamente a la alegoría de la caverna (libro VI, 509d - 511e)- los grados de conocimiento en relación con los grados del ser, representándolos sobre una línea cortada en segmentos. A partir de la distinción entre los dos ámbitos de la realidad: Mundo visible (o de la génesis y el cambio) y Mundo Inteligible (o de la ousía, verdadera realidad esencial), Platón señala cuatro grados de conocimiento posibles o escalones para ir ascendiendo y progresando en sabiduría, delimitados espacialmente con precisión, y que se corresponden fiel y geométricamente con los distintos géneros de ser existentes en cada zona del espacio interior o exterior de la caverna: En primer lugar, la zona de las sombras o imágenes del mundo proyectadas en la pared del fondo de  (ámbito de la EIKASIA, imágenes-conjeturas, mundo del Arte, grado inferior de la DÓXA u OPINIÓN). En segundo lugar, la zona que se extiende entre los prisioneros y el fuego (ámbito del conocimiento sensible, de las PISTIS, sensaciones, mundo de la Física, de los seres o cosas naturales). El prisionero es  liberado y obligado a volver su cabeza hacia el fuego y los objetos transportados, pero no los puede ver con claridad por causa del deslumbramiento (515 c 4-c 5). Este otro nivel se corresponde con el grado superior de la DÓXA u OPINIÓN), la creencia, que se corresponde con la Física. Es, podríamos decir, la boca o abertura de la caverna.
La alegoría de la caverna. Hermeneútica.Tomás Moreno

            El espacio del mundo exterior, visible a la luz nocturna de la luna o las estrellas al que el prisionero liberado es llevado y en donde percibe las sombras y reflejos de esos objetos o seres (515e 6-516a 7) se corresponde con el primer nivel de la (EPISTEME o CIENCIA), el estudio de los objetos matemáticos (ámbito de la DIANOIA, Razón discursiva, de las Matemáticas, "ideas” o “conceptos” matemáticos, números y figuras,). El espacio exterior a la caverna iluminado por el cielo diurno o la luz del Sol (ámbito de la NOESIS, Razón intuitiva, de las “Ideas en sí” o verdaderas realidades: (516 a 8). Es el mundo de la Dialéctica. “Y después de esto, colegirían ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían” (516 b 4-c 2). Este es el conocimiento de la Idea Suprema, la Idea del Bien.
            El mito es también explicable desde una interpretación ético-pedagógica como  una alegoría de la educación del alma ("paideia") en su búsqueda de la verdad  y del bien o la virtud. El logro del conocimiento y de la virtud exige un esfuerzo ascético (ascender dificultosamente, con esfuerzo, por el "camino escarpado" que lleva al mundo exterior, que nos hace ascender/progresar desde la simple apariencia de las ideologías imperantes y de sus informaciones (sombras, reflejos) hasta ir alcanzando grados de saber superiores: el conocimiento y la sabiduría). Es la filosofía o la dialéctica la encargada de educarnos para ese objetivo. Únicamente los que conocen la Idea del Bien están preparados para gobernar, desprecian el mundo de la política y sólo desean permanecer dedicados al estudio y la verdad hasta los cincuenta años. La educación tiene un carácter liberador: debe curar del error (función de la ironía socrática) y dirigir hacia la luz (función de la mayéutica). Sólo eso: no pretende infundir el saber (como los sofistas), sino únicamente orientar al discípulo en la buena dirección, para que uno lo descubra por sí mismo.
            Cabe también una Interpretación Político-social y otra Antropológico-Escatológica. Se nos indica en el relato cual debe ser la misión y la función política del filósofo en la sociedad. Sócrates, el narrador, es consciente de que una vez en el mundo real de la ideas el filósofo preferiría morir antes que volver a tener que sufrir una vida semejante: a los que han conocido la verdadera realidad (las ideas, el Bien)  les costará mucho descender de nuevo a la caverna.
           
La alegoría de la caverna. Hermeneútica.Tomás Moreno
Pero el filósofo liberado no debe aislarse en su torre de marfil, en la estética contemplación de la realidad, sino compadecerse de sus antiguos compañeros, consciente de que es su deber moral asumir un compromiso político liberador: "descender a la caverna de la política" y tratar allí de imponer la racionalidad y el sentido de la verdad y de la justicia. Debe comprometerse con los hombres explotados, ignorantes, alienados, manipulados, encadenados por la injusticia y por la mentira y tratar de ayudar a liberarlos de sus cadenas.
            Sin embargo, al regresar a la caverna y desenvolverse en el mundo de las sombras ya no será capaz de ver en la oscuridad, ni de desenvolverse en ese oscuro mundo donde lo que importa no es la verdad sino la mentira. El mundo de las sombras se les aparecerá como extraño: y contemplará con cierto escepticismo todos los “honores y elogios” que dentro de la caverna se tributan unos a otros. Si intentase acostumbrarse de nuevo a las tinieblas terminaría por hacer el ridículo y considerarían que se ha estropeado los ojos. Si al filósofo se le ocurriese desatarlos y conducirlos hacia la luz lo matarían (Sócrates, Monseñor Romero, Ignacio Ellacuría, Gandhi, Martin Luther King serían un buen ejemplo de tal tipo de conducta y de sus trágicas consecuencias).
            Por otra parte, la distinta actitud de los prisioneros de la caverna puede mostrarnos las diversas formas que tienen los individuos de instalarse en su medio político-social: unos mostrarán un evidente conformismo con su situación, asumiendo con naturalidad sus cadenas, su pasividad ante la opresión, su espíritu de rebaño y sumisión, su miedo a la libertad (Erich Fromm), su "bienestar" y "felicidad" en un mundo social que es una prisión. No faltan, en este sentido, aquellos que interpreten esa situación de los encadenados como a la espera resignada de un mesías salvador, de un elegido, que los salve de su opresión y los libere  de sus cadenas. Otros, por el contrario, harán gala de su rebelión y de su lucha por liberarse por sí mismos de las cadenas y de los muros que los aprisionan y por acceder a la libertad del mundo exterior sin esperar que nadie los redima de su esclavitud o de su aceptada “servidumbre voluntaria” (La Boetie). Y ello sólo será posible mediante la "paideia": la educación, la cultura.
            La existencia además otros enigmáticos personajes en el relato, sugiere también alguna reflexión política: ¿Quiénes son, por ejemplo, los "porteadores"? ¿A quién o a quienes sirven? ¿Qué pretenden con sus engaños? ¿Son ellos, a su vez, también manejados por otro/s  manipulador/es? Se trata de las ideologías hegemónicas en una determinada sociedad que tratan de imponer sus visiones de la realidad a todos los habitantes de la sociedad-caverna; representan el Sistema, lo políticamente correcto que trata de imponerse a todos mediante los medios más efectivos en cada época: escuela, universidad, ideologías religiosas/metafísicas, instituciones etc.. Son sin duda, pues, los ideólogos de todas las sociedades,  la clase epistémica monopolizadora en cada época del saber y del sistema establecido: chamán, mandarín, sofista, filósofo, teólogo, imán, investigador científico, profesor moderno, intelectual orgánico, la comunidad científica y los escritores y comunicadores de los mass media[1]).
            En la alegoría o mito se ilustra perfectamente la concepción antropológico-escatológica de Platón, su concepción dualista del hombre: el hombre como ser dual, constituido por dos sustancias irreductibles entre sí: cuerpo-alma, "soma-sema", "cuerpo-prisión" del alma. El alma sólo puede liberarse de ella a través de un camino de "purificación". A esta categoría pertenecerían también algunos intérpretes que han visto en la alegoría de la caverna una ilustración del "Mito órfico" del "Alma caída" y aquellos otros que, desde el psicoanálisis, han utilizado para interpretarla el símil de la expulsión del útero materno en la que se realiza a la perfección la clásica dialéctica entre sombra y luz, el mundo intrauterino velado y en penumbras, en el que se escuchan sólo los ecos de las voces y el mundo extrauterino, lleno de sonidos, ruidos y de luminosidad. Presentan no obstante importantes diferencias: el nacimiento es más una expulsión que una liberación y el retorno o regressus ad uterum es inviable, absolutamente imposible (cont.).

TOMÁS MORENO




[1] Carlos París,  Ética radical. Los abismos de la actual civilización, Tecnos, Madrid, 1912,  p. 220.


La alegoría de la caverna. Hermeneútica.Tomás Moreno


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