lunes, 1 de abril de 2019

IRRACIONALIDAD DE LA NADA, DISCERNIMIENTO Y NANIDAD


Para la sección, Ciencia, del blog Ancile, traemos una nueva entrada que lleva por título: Irracionalidad de la nada, discernimiento y nanidad.

Irracionalidad de la nada, discernimiento y nanidad. Francisco Acuyo



IRRACIONALIDAD DE LA NADA,

DISCERNIMIENTO Y NANIDAD



SIN DUDA una de las grandes paradojas para la razón (occidental) será la (¿extraña?) relación entre el discernimiento como capacidad de entendimiento (de lo que es) y el concepto de la nada (cada día más necesario de tener en cuenta por la misma ciencia)[1] o nanidad, como lo venimos denominando en numerosos momentos de nuestra exposición sobre la temática. No sucede de igual modo en el pensamiento oriental. La manera de afrontar nuestra realidad existencial, y de todo lo que de ella podemos considerar como perteneciente a nuestra capacidad de entendimiento, decimos que reside en nuestro yo, así el conocimiento del mundo y de nosotros mismos, sujetos a la separación del que observa y lo que es observado. Sin embargo, todo parece indicar  (no solo para el pensamiento oriental), que la aprehensión de lo que sea la realidad precisa una disolución de todo condicionamiento (que, al fin y al cabo, es lo que conforma y configura nuestro yo pensante), y que pone en cuestión precisamente esta dualidad, al menos, cartesianamente[2] entendida.


Irracionalidad de la nada, discernimiento y nanidad. Francisco AcuyoLa disolución de todo lo conocido implica la disolución del yo –corporal y mental- y  el enfrentamiento inevitable con  la nada. Se dice en ciertas versiones muy influyentes del budismo (zen, por ejemplo), que esa vía de desintegración o destrucción del yo –racional- es la vía única de libertad y genuino entendimiento. Ese acceder sin prejuicio a la realidad solo puede advenir de la nada que es la disolución de todo condicionamiento personal, en el que se van adhiriendo todo aquello que ha marcado nuestro ego (costumbres, educación, prejuicios, condicionantes culturales….) a lo largo del tiempo. Hablamos nosotros aquí de la nada como muerte de todo aquello sobre lo que ha construido el yo y que nos impide ver lo que la realidad sea, cuanto mayor el ego, más imposibilitado está cualquier entendimiento de inferir lo que la realidad sea. Cuando hablamos de la muerte del yo, nos referimos a la nada, la nada o el vacío que se sitúa fuera (anterior o después) del tiempo.

                Pensar la nada es ir contra toda lógica. Nos sitúa en la paradoja –racional- constante y que adquiere carta de muy singular naturaleza, en tanto que esta nos remite de manera inevitable al fin de la conciencia (relativa de nuestro ser pensante). En cualquier caso, indagar en la nada es reconocer intuitivamente que esta, la nada es la última y primera conciencia (absoluta más allá o más acá de cualquier juicio egotista razonable).

                No en vano visionarios, místicos, filósofos de la nada, han deducido del vacío (del sunyata) toda génesis verdaderamente creativa. La visión nihilista, por el contrario, entiende vía de la razón, en la nada y la disolución que supone, la ausencia de cualquier fundamento (lógico) que llevará inevitablemente a la desesperación y a la angustia. Confuso este conocimiento racional nihilista que acaba distinguiendo entre la sinrazón del ser irrevocablemente abocado al no ser, acaso porque ignora la propia naturaleza (irracional) de la nanidad, que está situada en realidad más allá (o más acá) de cualquiera


Francisco Acuyo



[1] Ver anteriores referencias al respecto en Ancile.
[2] Rex cogitans y rex estensa cartersiana




Irracionalidad de la nada, discernimiento y nanidad. Francisco Acuyo

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