Traemos
para -indistintamente- las secciones, Pensamiento, Narrativa, del
blog Ancile, estas oníricas reflexiones de nuestro amigo (escritor y
poeta) Pastor Aguiar, y todo bajo el título; Preámbulo para mis
visiones oníricas.
PREÁMBULO PARA MIS VISIONES ONÍRICAS
Uso la palabra
“soñar” acá, en el estado al que casi todo el mundo llama “vigilia”. Tengo que
adoptar un punto de referencia en esta cara de la realidad donde creo
transcurrir en línea recta hacia la cesación, para mí, del “mí mismo” que
escribe ahora sin un esquema preconcebido, porque aunque llevo más de treinta y
cinco años devanándome los sesos con el tema de marras, no he logrado más que
engordar dudas, asomarme a misterios que al rato mutan y dan lugar a otros, o
al primero de todos disfrazado.Pero al menos yo lo he hecho como lego, a veces
dejando a la mente que indague sola y guarde sus archivos quién sabe dónde,
porque es mucha la distracción. Pena me dan aquellos que son profesionales en
los asuntos del dormir y de los sueños. Les es mucho más difícil justificar sus
incapacidades de llegar a un consenso esclarecedor de al menos la punta del
iceberg.
Ni siquiera
saben a ciencia cierta para qué dormimos; creen conocer procesos
neurofisiológicos, mediadores químicos, etc., etc.; pero ello no les aclara la
gran incógnita: ¿Por qué dormir?, ¿por qué tiene que ser durmiendo la
reparación de energías y todo lo demás?
Y si de tal
ciénaga no salimos respecto a ese parecer un cadáver con aliento vital llamado
“dormir”, imaginen cuando el objeto de escrutinio son los sueños.Ya puedo imaginarme
una curia de nuevos Einstein obsesionados con fórmulas develadoras: Tal
aminoácido en determinada posición, sueño agradable; cuando es sustituido por
este otro, pesadilla, y así ad infinitum.
No duden que un
día lleguen a la farmacia y se rompan la nariz contra ofertas especiales (Cien
dólares el frasco) de mejunjes inductores de todo tipo de género de sueños.
Mas todo lo que
he elucubrado hasta aquí no pasa de ser un preámbulo anémico de lo que en
verdad me ocupa y preocupa, y, además, me da constantemente una lección sobre
lo arrogante e indefensos que somos ante lo fundamental de la existencia: lo
desconocido.
Lo único que me
permito hacer es soñar también durante lo que convenimos en llamar “vigilia” al
inicio de estos desafueros: soñar aquí, soñar allá, durmiendo; porque al fin y
al cabo cuando duermo, sueño que allí estoy vivo, vigilante, y en tal dimensión
puedo acostarme, cerrar los ojos y verme acá, en estos renglones. No fue a
priori que dije “dimensión”, entiéndase “realidad paralela” a otra realidad…y
todas, la misma caleidoscópica.
Esta tarde se me
dio la idea de un ir y venir constante del sueño a la vigilia: allá podemos
morir como acá. Morimos al otro lado y nos paren hoy en este; o fallecemos aquí
y quedamos por un período indefinido en aquellos lares hasta ser una memoria en
blanco, recién nacida entre los de esta dimensión.
Tal parece que
allá el tiempo tiene diferentes parámetros, porque suelo reunirme con gente de
mi juventud y los veo tal como eran entonces, incluyendo a quienes están bajo
tierra hoy.
A veces se me
mezclan personas actuales con aquellos, y padecemos gravedades insólitas, nos
hieren y no sangramos, casi nunca comemos, jamás decimos que son las doce del
día. Pero casi siempre hay algo de tristeza en tales estados, como si hubiera
una subconsciencia que nos percibe muriendo y naciendo, aprendiendo para
olvidar, ignorando aún más que lo conscientemente conocido.
Lo único que se
me ocurre es contar historias, dejar que ambas realidades, o irrealidades,
fluyan en una común, por breves instantes una sola, tan inverosímil como la
misma verosimilitud.
Pastor Aguiar
Gracias, querido y admirado amigo, por tomar el riesgo de publicar estos síntomas de locura innata e incurable que gozo. Divagar es un alivio gratis para eso que muchos llaman realidad. Un fuerte abrazo.
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