Con nuevas aproximaciones epistemológicas sobre el método científico, traemos este post para la sección de Ciencia del blog Ancile, y todo bajo el título; La naturaleza: entre el mito y la ciencia vivida.
LA NATURALEZA: ENTRE EL MITO
Y LA CIENCIA VIVIDA
El agotamiento de la naturaleza
en la modernidad y su ciencia mecanicista es evidente, sobre todo si deducimos sus leyes
aplicadas a los fenómenos sin relación a la vivencia de la misma naturaleza.
Acaso con la nueva ciencia (sobre todo muy perceptible en la mecánica cuántica)
esto parece estar cambiando ostensiblemente. El protagonismo del observador
acerca la ciencia a la naturaleza como una experiencia necesariamente vivida.
No
puedo dejar de entrever que la nueva ciencia engarza con el enfoque mítico de
la naturaleza que era considerada como un proceso dinámico, orgánico, no lineal
donde las fuerzas que convienen para estructurar el mundo actúan, interaccionan
con la conciencia creativa, si pudiera estar opacada, disuelta muchas veces
por los sentidos que impiden la concepción o apreciación de algún sentido, de algún un significado.
Para esto es necesario una visión integradora, holística, por cierto, perfectamente asumida
por la tradición hermética, donde se diluyen las cantidades con las cualidades
del mundo.
Si
toda percepción física en estas corrientes herméticas, toda componenda física
están vinculadas a una faceta psíquica, Es porque este singular aspecto abre una
explicación hacia los significados que, hasta el momento, la propia teoría de la
ciencia de lo infinitamente pequeño no ha sido capaz de encontrar. El extraño comportamiento físico del mundo subatómico quizá pueda encontrar explicación si
tratamos de entender la naturaleza como algo vivo y en constante interacción
con la conciencia.
Pero, si ahora comenzamos a comprender y entender la necesidad del conocimiento analógico (frente al de los dígitos y el mecanicismo vigente), ¿hasta qué punto estaríamos preparados para aceptar una potencia anagógica que subyace en la misma naturaleza, y que se acepta en la alquimia, por ejemplo?
Seguramente tendríamos que empezar por volver a unir el plano de la conciencia con el conocimiento de la materia. ¿es esto lo que, en definitiva, no plantea, en lo más profundo de su significado, la mecánica cuántica?
No
puedo dejar de sentir una enorme fascinación por la tradición hermética, sobre
todo a raíz de los nuevos descubrimientos de la ciencia moderna, los cuales, me
hacen dudar cada vez más de los supuestos fundamentos mecánicos de la ciencia actual, reducidos a un estatus metodológico que la distingue de otras maneras de conocimiento, es
más, creo que su deuda con la tradición oscura es más intensa de lo que muchos
estarían dispuestos a reconocer.
El
alma, el espíritu, la conciencia para la tradición hermética era parte
integradora de cualquier objeto, y era portadora de un telos (los metales
todos mantenían el telos el
objetivo, el fin; por ejemplo el oro, en la
alquimia), y la gravedad que los hacía caer a tierra hacia su elemento natural, que no era otra causa que el volver a casa[1]: al Alma del Mundo.
Cuando
Einstein describe la gravedad más que como una fuerza, como un campo que
contiene el universo entero en una constante de espacio tiempo, diríase que el
cosmos todo adquiría una dimensión viva que, en no pocas ocasiones, parece porfiar violentamente con la misma materia, y pone en duda y el mismo concepto convencional y
mecánico de gravedad, así manifiesta esta disconformidad la naturaleza a través
de la manifestación de la entropía y del caos, y donde la potencia oscura de la
conciencia tiene mucho que decir del acto de la materia.
Indagaremos en nuevas entradas de
este medio sobre estas extraordinarias relaciones que hacen de la naturaleza un
mito que la propia ciencia diluye sin significados.
Francisco Acuyo
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