jueves, 27 de noviembre de 2014

SIRENA Y ARABESCO

De No la flor para la guerra, primera edición, 1987, 1991 en segunda edición aumentada, el poema Sirena y arabesco, para la sección Poema semanal del blog Ancile.

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Sirena y arabesco, Francisco Acuyo, Ancile





SIRENA Y ARABESCO




Sirena y arabesco, Francisco Acuyo, Ancile


LUEÑE se anilla un murmullo
desde el filabre liviano.
La fuente cifra cenefas
sobre su esfera de labios.

Roleos, rombos, florones,
vegetales copelados
el yunque forja del agua
en el temple de los arcos.

En el verde cristalino,
la azucena de los baños,
las paredes se sumieron
en la espiral de su claustro.

Había con vuelo tibio
al vapor el denso palio
la luz desde un prisma excelso
fugazmente traspasado.

Una palma con sus dedos
dejó azulejos trocados
de ramos y de amapolas,
de anémonas y de ramos.

En la memoria del muro,
con su peso delicado,
la mano impreso dejaba
su aliento efímero y cálido.

En la mimbre de su espalda
cimbrea la rama un pájaro.
Eleva el vapor un velo
de palomas y de ramos.

El limbo inmóvil del agua
licúa de anillos hermanos
ese murmullo gemelo
de sus muslos ondulado.

El agua se hunde en sus senos.
Todavía no ha notado
ese delfín que se arrulla
con un rumor subterráneo.

El sol en la celosía,
lascivos ojos filtrando,
asciende lila en candores
y asoma escondido un tanto

a ver de secretas pilas,
donde los lirios dejaron
a las traslúcidas aguas
hundir el alma en el mármol.

Rosa blanca con sigilo
el niño espía mirando.
Ella escondido le nota
entre el clamor de los caños;

y con maternal asombro,
mientras se cubre despacio,
sume su boca de rosas
en un beso soslayado.

El tiempo transcurre en balde.
˘ngel de amores nefando,
que no sabe que la noche
es negra en cualquier retablo.

Y el ángel se hiciera arcángel
en el reflejo soñando
que la mayor soledad
no deja en espejo engaño.

(No van sin galas a verle,
a su círculo sagrado
o abismo oscuro las sombras,
aunque pueden excusarlo).

No mueve soplo en el viento
que hubiese rozado,
porque no digan que llora
como un niño solitario.

Todo vestigio de brisa
quedó impedido en el árbol.
Las ojivas invisibles
sestean en el remanso.

La cerámica estremece
entre las losas del baño,
y estelas de ramilletes
oscilan sobre el mosaico.

Mariposas matinales
tintinean los acantos
y broqueles surtidores
de vegetales ingrávidos. 






                     Francisco Acuyo






Sirena y arabesco, Francisco Acuyo, Ancile

1 comentario:

  1. Te salen estos romances desde un álgel poético único y muy profundo. Es este caso hay una delicadísima sensualidad que convierte al poema en historia inolvidable, calzada con tu genio poético, amigo. Un gran abrazo y feliz diciembre.

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