Para la sección de Pensamiento del blog Ancile, traemos un nuevos post que lleva por título: Razón y conciencia del mundo.
RAZÓN Y CONCIENCIA DEL MUNDO
Abundando sobre algunas
corrientes posmodernas que abominan de la abstracción y del mundo de lo
abstracto, en tanto que este está concebido para la cuantificación (dixit), no
deja de causar hondo asombro este rechazo, y más aún los argumentos para justificarlo.
La matemática, bien puede ser, la causa de esta afirmación, si bien es
incuestionable que esta, sobre todo la matemática aplicada, tiene una vertiente
cuantificadora y reduccionista indudable, mas que hacemos con el resto de
matemáticas -puras y teóricas-, que mueven su ámbito en horizontes no precisamente tan
evidentes. Pero lo más sangrante es que la capacidad de abstracción no puede ni
debe reducirse al cálculo. ¿No es abstracto el amor? ¿No lo es la amistad?
¿Cuántos sentimientos y emociones son invisibles y no medibles en sus etéreas
proporciones?
Viene
al caso esta reflexión inicial porque, en la lucha de algunas corrientes
posmodernas contra los males de la modernidad (y decíamos también en anterior
entrada del existencialismo), se coligen aseveraciones que deben de tenerse por
francamente disparatadas.
Se rechaza el
álgebra porque sus cálculos se parecen a los de una máquina, olvidando cualquier faceta creativa en el ámbito de la abstracción matemática, negando
cualquier espontaneidad e intuición, y por tanto de cualquier forma de libertad
en su ejercicio, pero no caen en la cuenta que lo más humano radica
precisamente en la manifestación de lo invisible, cosa que se lleva a cabo vía
de la abstracción introspectiva (enumerábamos, sentimientos y emociones varios), y todo por
volcarse en el único conocimiento
aceptable: la percepción.
Estas
visiones parciales, interesadamente ideológicas, no ayudan a entender la
realidad organizada del mundo, como tampoco a comprender la propia naturaleza
humana. Naturaleza, por cierto, que reside en la singularidad de la conciencia,
conciencia de la que participa el mundo, y de la que inferir que en realidad
son los límites de nuestro conocimiento donde en verdad reside el gozo de la
vida.
Dicho
esto, ¿podemos rechazar el pensamiento, el ideal abstracto como fuente de
entendimiento de la realidad del mundo, como pretenden amplios sectores del
pensamiento posmoderno? ¿Acaso no comprenden que la abstracción no ha
pretendido nunca, ni siquiera la matemática (Gödel) reconocer un único modelo
de orden, sino que, también saben de sus límites lógico matemáticos? ¿No
imagina siquiera que los idealismos lógicos más potentes reconocen su
limitación de determinista en ámbitos materiales en los que acaba por influir, como es el de la propia física?
¿Esa
desconfianza en el orden lógico matemático está plenamente justificada, sobre
todo cuando a través de sus propias herramientas lógicas reconoce su
incompletitud? Esa suerte de indeterminismo poético a la que acuden es una grande contradicción, porque hasta la misma poesía, como el arte y la música, tienen una componenda
abstracto-matemática que las fundamenta y que ponen en evidencia las carencias
y límites de la medida concebida mecánicamente.[1]
La no linealidad de sus ecuaciones y axiomas, ¿qué hacen, sino poner en
evidencia esos límites en los sistemas complejos que las integran?
El discurso posmoderno no deja de entrever su propia fatuidad en numerosas ocasiones en sus rechazos a la
modernidad y los supuestos constructos nuevos que anuncia, genuinos y propios
de su sello y fábrica. Indagaremos en nuevos post sobre esta temática que nos
parece de gran actualidad e interés práctico e intelectual.
Francisco Acuyo
[1] Acuyo,
F.:
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