Bajo el título de: La agonía del pensamiento y la filosofía y la irrupción de las tecnologías de la información, traemos una nueva entrada para la sección de Ciencia del blog Ancile.
LA AGONÍA DEL PENSAMIENTO Y LA FILOSOFÍA
Y LA IRRUPCIÓN DE LAS TECNOLOGÍAS
DE LA INFORMACIÓN
Si es cierto, como decía Sloterdijk, que la filosofía, desde
hace un siglo, se está muriendo, pero que no puede hacerlo porque todavía no ha
cumplido su función,[1]
y si en verdad los grandes temas que poblaron los dominios que parecían
inmarcesibles de la filosofía, ahora no son sino vuelos que ensayan sólo los
marginados, que deben incluir al filósofo, al teólogo, al sociólogo (¿puede que
también al poeta verdadero?), nos enfrenta ahora a la irrupción de la mayor
potencia de registro de datos traducidos a conocimiento que jamás a conocido la
humanidad, y cuyo referente más ilustre y también más inquietante es la IA.
La philia, el amor al saber, producto de la reflexión y la
indagación intelectual y emocional, parece diluirse para socavar los
fundamentos más profundos de nuestras conciencias indagadoras de la verdad,
pues esta ya no tiene relevancia si, al final, como todo indica, lo
interesante es el poder. Hoy empezamos a caer en la cuenta de algo acaso nunca
antes siquiera imaginado; que ese poder derivado del conocimiento bien podría
estar ya en manos que no son humanas.
Aquella época ilustrada que encontraba su fundamento en la célebre dialéctica del entendimiento y la sensibilidad hasta el desgarro[2], está ya en muy serio peligro de extinción. De hecho, el proceso de pensar lo sensible tiene construido el patíbulo perfecto para la ejecución final de la conciencia perceptiva y experimental. No es que no haya ruptura entre pensamiento y sensibilidad, es que ambas quedan diluidas en el procedimiento de datos que nos ¿facilitan la vida?, ¿para qué acarrear el dolor por la comprensión de lo indagado intelectual o emocionalmente, si todo ya está elaborado, masticado y prácticamente engullido por el procedimiento de prácticamente infinito número de datos que nos han de trasladar un supuesto conocimiento? Bien es cierto que, si reflexionamos un poco, el peligro no radica tanto en que tengamos que hacer un esfuerzo por distinguir la vida y su realidad experimental con la virtualidad de la IA, sino que esta última engulla definitivamente el ser y el estar del que quiere saber por sí mismo.
La vieja dicotomía entre razonar y sentir está perdiendo su
sentido, y aunque algunos sabemos que ambos son inseparables, también
comprendemos que dicha dicotomía está apunto de desaparecer por no por el
reconocimiento de que la physis y el logos operen conjuntamente, sino porque
han sido absorbidos por la mayor máquina de mendacidad nunca antes conocida que
ofrece el monstruo de la base de datos y emulación de realidad que amenaza con
disolver lo más genuino de cualquier criatura consciente, la crítica como útil
fundamental para la búsqueda de la verdad. Me parece evidente que nunca antes
hemos tenido un momento en la historia de la humanidad en que este juicio crítico
este más ausente y por tanto en peligro. ¿no estamos ya en un proceso de autorrenuncia
a este fundamental ejercicio crítico? ¿qué factor ejercerá estas tecnologías de
la información en aquella autorrenuncia?
Veremos en próximas entregas del blog Ancile algunas nuevas
aproximaciones a esta peligrosa situación.
Francisco Acuyo
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