martes, 25 de junio de 2024

EL MUNDO MÁS ALLA DE LA REPRESENTACIÓN VOLITIVA: LA SINESTESIA

 Para la sección de Ciencia del blog Ancile, traemos un nuevo post en el que se insiste sobre las muchas singularidades de la sinestesia, y todo bajo el título: El mundo más allá de la representación volitiva: la sinestesia.


EL MUNDO MÁS ALLA DE LA REPRESENTACIÓN

VOLITIVA: LA SINESTESIA



El mundo más allá de la representación volitiva: la sinestesia. Francisco Acuyo


 

Recuerdo que al inicio de mis modestas investigaciones sobre el fenómeno sinestésico, hubo de venírseme a la memoria una apreciación de uno de mis filósofos predilectos, Schopenhauer, que advertía que lo apreciado como objeto (discreto) por nuestros sentidos (en lo que hoy entendemos como continuo espacio tiempo), no era sino una representación voluntaria y subjetiva de aquel que observaba; de lo puede inferirse, que la conciencia no solo se manifiesta de manera personal, sino que en el trasfondo original es transpersonal. Al margen de que se pueda o no estar de acuerdo con esta singular apreciación del mundo, es muy interesante caer en la cuenta de que las percepciones son realmente paradójicas, sobre todo si las atendemos a través de la sinestesia, porque llegan incluso a fundirse o trasponerse con emociones o estados similares que ya no se distinguen claramente en el dominio de lo netamente sensorial de los colores o de los sonidos. Muchos pueden ser los ejemplos en poesía que identifican experiencias profundamente abstractas (el amor, el miedo, el deseo...)  con determinadas experiencias perceptivas sensoriales.[1]

El mundo más allá de la representación volitiva: la sinestesia. Francisco Acuyo
                Que la apreciación inexacta del mundo que tenemos favorece nuestra propia supervivencia, es un hecho, por lo que reconocemos que en modo alguno se nos muestra la realidad del mundo de manera veraz. Cuando surge la experiencia sinestésica, aquellos signos e iconos de aproximación a la realidad, dejan de funcionar y la codificación perceptiva (convencionalmente aceptada) se diluye en un magma aparentemente difuso, donde la fusión y la transformación y la proyección de un sentido en otro es la norma no escrita que rige nuestra cognición de lo que nos rodea. Aquellos indicadores sensoriales que nos representan se decodifican para mostrarnos una realidad no sujeta a aquellos patrones convencionalmente aceptados, ofreciendo una ventana, inopinada muchas veces, sobre la realidad que hay ahí fuera, más allá de los ajustes convencionales que estructuran nuestros códigos de interpretación del mundo.

                Por todo esto, en cuanto vi lo que proporcionaba la sinestesia para el entendimiento de la propia conciencia, pude darme cuenta que lo que exponía dicho fenómeno, era algo insólito, al menos a primera vista, a saber: que el entorno representado y que consideramos común, no era ni es tan sustancial como imaginamos. La representación de nuestros signos convencionales no debe considerarse como la realidad misma que representan. Esto no es nuevo. Pero sí lo es, que sea una apreciación aparentemente caótica (como es la de la sinestesia), la que nos ponga acaso en el lado más verídico de la realidad.

El mundo más allá de la representación volitiva: la sinestesia. Francisco Acuyo
                Hay quien afirma, y nos puede sorprender su apreciación, que cuando se extrema en el intento de apreciar la realidad surgen semblanzas extravagantes, sobre todo si  el que intenta acceder a ella es matemático: donde será dicho aparato aparato es el que aporte la realidad del mundo, desde luego más que la supuesta estructura material (átomos, protones, neutrones…).[2]  Aceptar esta afirmación supone  convenir que el universo no es más que una suerte de entidades abstractas que interaccionan entre sí, y por lo tanto, que en realidad, el cosmos en última instancia es información. Será pues la materia un producto que surge del mero procesamiento de la información.

                La visón anteriormente referida, hubo de chocar, a mi juicio, frontalmente con la fenomenología muy singular que ofrece la sinestesia, la cual, en su peculiar percepción y asistencia para el entendimiento de nuestra propia conciencia y su lugar en el mundo, expone que, en realidad aquella información no es una entidad en sí misma, pues, eludir el elemento percibido (como mera proyección abstracta de información) es sin duda una contradicción inconsistente: es como decir que hay olas pero no hay mar ni viento que la consista. Las cualidades de nuestra experiencia son las que dan consistencia y sentido y significado a aquellas percepciones que, no obstante, avisan no solo de una mente personal del que observa y percibe, acaso de algo más, consciente o supraconsciente, que interactúa en la percepción.

                Todo esto nos lleva a una necesaria interrogación: ¿cómo es que el razonamiento lógico, matemático, se proyecta en el universo, en la naturaleza que reconocemos y en la que vivimos? Esta interrogante, muy antigua, por cierto, se presenta hoy a ¿la luz nueva? de una posible respuesta que conecta el mundo de la abstracción y el de la percepción, y de la que da muy buena cuenta la sinestesia en momentos estelares, por ejemplo, en ámbitos como el de la poesía.

                De esto iremos dando cuenta en próximas entregas de este blog Ancile.

 

 

Francisco Acuyo



[1] Acuyo, Fisiología de un espejismo

[2] Tegmark, Max: Nuestro universo matemático: en busca de la naturaleza última de la realidad, Bosch, Barcelona, 2018.



El mundo más allá de la representación volitiva: la sinestesia. Francisco Acuyo


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