De un conjunto de trabajos y reflexiones sobre la materialidad singular del fenómeno poético que están recogido bajo el título de Arqueología de un instante, traemos uno de los que abre un capítulo especial del mismo dedicado a la palabra como instrumento de expresión poética, y que porta precisamente el título de La palabra poética, y que incluimos en la sección de Pensamiento de nuestro blog Ancile.
LA PALABRA POÉTICA
ACASO sea
la expresión poética la
manifestación de la palabra que marque con mayores controversias ese espacio o
distancia entre el lenguaje y el mundo fenoménico, pues llega a establecerse
que ambos son del todo irreconciliables en la misma realidad.
Se extrema hasta tal
punto la enigmática relación del lenguaje y, eso que consideramos
realidad en la poesía, que aquello pronunciado se nos
ofrece como la sustancia conjurada en lo más íntimo de su esencia.
O definitivamente se
aleja de la realidad, o de manera inusitada y prodigiosa se diría crearla (o
recrearla acaso) sin saber, si es nuevo o ya transfigurado aquello que de la
realidad expresa.
De la palabra poética
podía decirse que traspasa, o que trasciende quizá los atributos mismos del
lenguaje mediante la palabra; es la conciencia que a
través de la misma acción de la palabra, nos avisa que no es esta la cosa
de la cual hablamos. Su ejercicio enigmático ofrece un instrumento donde la observación
pura es posible.
La poesía nos regala
la palabra que es sonido y, a través de
ella, nos advierte del espacio que es básico no sólo para oír, además para
deslizarse en el proceso de escuchar, el cual requiere y exige una específica
atención, lejos de la experiencia, la memoria e incluso del conocimiento,
entendido este en su vertiente lógico racional. Observa lo que está más allá
del pensamiento en un proceso milagroso de simultaneidad, donde el que habla y
el que escucha disuelven sus fronteras individuales; es la observación que
carece del horizonte siempre alienante del
ego. Oriunda de esta quietud sería la belleza.
La poesía
existe cuando el que escucha está ausente; es la acción de perseguir
la huella no marcada en el espacio o el tiempo por el hombre. Si el saber exige
duda, la poesía, aun no sabiendo, culmina en la verdad, que es certeza.
Inescrutabilidad de la poesía que una y otra vez niega, porque no sabe
definirse; acaso porque el contenido no tiene ninguna relevancia, porque el vacío
de la conciencia poética, del no saber, será
siempre nuevo, activo, lejos de las conclusiones, juicios y disciplina del
concepto: será por eso indescriptible (la poesía). Si se describe, eso no es lo
descrito. Sólo aquello que sucede en su
vacío es innombrable y nuevo y nunca visto.
Francisco Acuyo
Exquisito acercamiento a un tema tan sutil, tan... diría inexplicable, donde hay de intuición, de transformación de lo que, de por sí, se transforma constantemente. Un abrazo agradecido, amigo.
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