miércoles, 30 de marzo de 2022

RELÁMPAGO DE ASOMBRO, DE ALANA GÓMEZ GRAY

 Para la sección de Narrativa del blog Ancile, traemos un par de relatos del muy recomendable y precioso libro Relámpago de asombro, editado por la editorial amiga Esdrújula Ediciones, de la escritora de  Tlaquepaque, Jalisco, Alana Gómez Gray; esta escritora mejicana que recomendamos vivamente en estas páginas de nuestro blog, fue premio Nacional de Cuento Efrain Huerta, en 2005, con el libro La fortaleza. Es investigadora literaria de excepción en temas de feminismo en la literatura popular, así como de nuestro muy admirado escritor universal Francisco Ayala. Es directora de Impossibilia y asesora en varias revistas literarias de prestigio. Es blogger avisada sobre diversas temáticas y Doctora en Teoría de la Literatura y de Arte y Literatura Comparada por la Universidad de Granada, y Maestra de Literatura Mexicana (España) por la Universidad de Guadalajara (México). Para la ocasión publicamos el relato inicial del libro y el siguiente, que lleva por título Como de flores.

Invitamos desde nuestro soporte digital, a la lectura de esta hermosa publicación de Alana Gómez Grey, y es que este Relámpago de asombro les proporcionará momentos muy duraderos de intensa emoción y  gozoso deleite propios de muy buena literatura.


Relámpago de asombro, Alana Gómez Grey


RELÁMPAGO DE ASOMBRO,


DE ALANA GÓMEZ GRAY



Relámpago de asombro, Alana Gómez Grey


 


No sé qué edad tengo.

Debo de ser muy pequeña porque me visten y me peinan. No estoy comiendo en la mesita de latón de la cocina, ni está mi nana para servirme más agua fresca de guayaba si lo deseo o retirarme el plato cuando, aún sin haberlo probado, el tiempo ante él indica que ya es hora de quitarlo. A la par, debo de ser muy mayor puesto que mi cabeza está llena de recuerdos, imágenes y voces. Son demasiadas para una sola vida, incluso. Estoy desmadejada sobre una superficie y solo alcanzo a ver un trozo de cielo gris a través de una ventana alta. No hay nada verde ni azul, con todo lo que esos colores significan. Debo dormir. Esta vez sí me han quitado los zapatitos, pero no llegará nadie a poner sobre mí una toalla o un rebozo calentados al sol pues estoy suficientemente cubierta como para tener frío. Tal vez cuando despierte pueda ver a mi madre. Como en esos días cuando nadie iba de visita a casa y ella me permitía estar un rato a su lado, callada, quieta —como siempre, como ahora—, para admirarla.

 


Relámpago de asombro, Alana Gómez Grey


 

COMO DE FLORES

 

 El suelo era de mosaico muy pulido debido al paso de tantos pies y tantas veces la escoba y el trapeador. Su diseño, con decoración fitomorfa en gris sobre fondo blanco, fue hecho bajo los cánones de otro siglo: un gran cuadrado con una cenefa que lo enmarcaba. La habitación era grande y había muchas personas sentadas, frente a frente, en sillas colocadas a lo largo de tres de sus paredes. Una mujer de bondadosa y perenne sonrisa presidía al mismo tiempo que organizaba la sala de espera. Su rotundez parecía apenas contenida por los brazos que rodeaban su cuerpo y por sus manos entrelazadas en el centro del vientre. Fungía más como anfitriona que como recepcionista en el consultorio de la doctora Trinita, homeópata que nació vieja y durante cerca de cincuenta años mantuvo su negocio en la esquina de 5 de Mayo y Zaragoza. Se supone que en ese sito la niña aprendió a caminar. Ella misma lo creía muy probable, pues recordaba con especial nitidez los dibujos de las baldosas. Según contaban sus mayores, ella estaba sentada, manoteaba con torpeza para asir esas formas como de hojas, como de flores. De pronto, sin pasar por el proceso previo del gateado, se levantó y con pasos tambaleantes echó a caminar por el recinto. Cuentan que fue la sensación de la tarde. Jamás tuvo la precedente investigación vía manos y rodillas de su entorno. Las hermanas y la madre explicaban que este proceso (sentarse - arrastrarse - gatear - caminar) quedó incompleto porque le molestaba ensuciarse las manos. Ella cree que aquello era una exageración. Quizá era tal su afán de investigación infantil que, sorprendida ante la textura del polvo, lo veía y sentía con detenimiento. Quizá sus mayores interpretaron su actitud como un desagrado. Quizá solo se hartó de que cada vez que se entregaba al análisis, la llevasen al lavabo. Quizá pensó que en eso consistía todo: sentarse, observar, poner las manos y las rodillas en el suelo, detenerse a estudiar las palmas, ser lavada, ser colocada de nuevo en el suelo, observar, poner las manos y las rodillas... Quizá solo por romper la monotonía de la infancia, decidió ponerse en pie y caminar



Alana Gómez Gray




Relámpago de asombro, Alana Gómez Grey


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