Bajo el título, La vivencia de lo bello en poesía, traemos un nuevo post para la sección, Pensamiento del blog Ancile.
LA VIVENCIA DE LO BELLO EN POESÍA
La intuición
de una belleza ontológica, una belleza que es y es cierta ,y
que en realidad no puede poseerse porque existe al margen de cualquiera
conocimiento y experiencia, y que, muchas veces, aparece de forma inopinada y
de la que tomamos cuenta sin elección, sin juicios o prejuicios previos y que,
cuando aparece en la palabra (si es poética) exige una comprensión más allá de
la palabra misma, de su significado normativo aceptado, porque es más que
conocimiento, y porque es, de manera
total, global, holística y expone su verdad en la belleza. El caer en
la cuenta del hecho creativo –poético-, estaremos ante todo frente a una
percepción total de lo que es, al
menos un segundo, donde la belleza muestra su plenitud de verdad más allá del
tiempo.
Este
hallazgo de lo bello no se obtiene mediante ninguna labor o trabajoso esfuerzo
de búsqueda, no hay introspección, solo reconocimiento de los límites de
nuestro pensamiento expuesto e impuesto en el conocimiento acumulado durante
años y que, una vez liberado nuestro espíritu de su rémora, se ofrece sin
alternativa. Este hallazgo es libre porque no implica cambiar nada de nosotros
mismos, es simplemente la captación de lo que hay sin la intervención del yo
–manido- que tantas veces nos ofusca con sus condicionamientos y prejuicios,
donde el objeto y el sujeto que observa
son uno en esa percepción única y total de la belleza, solo la vivencia de
lo bello es real, al margen de
quién y cómo lo mire.
En
la vivencia de lo bello está la verdad de que no existe frontera entre lo visto
y aquel lo ve, desasido ya de todo centro, y es que esa espontaneidad que trae
la belleza será la que en verdad está más allá del tiempo. Lo auténticamente
creativo radica en el desasimiento de lo sabido para dejar abierto el camino a
lo que no puede pensarse porque aspira a lo nuevo, a lo que no ha sido visto o
mencionado, y esto es posible porque de este singular vacío que supone
olvidarse –silenciarse- de todo lo conocido, es de donde surge la verdad de la
belleza y de la creatividad genuina
.
Ese
vacío no es muy distinto al que rechaza o ignora la ciencia (el de los orígenes
antes del mismo tiempo) que busca sus fundamentos en la flecha del tiempo y en la
conciencia que de este surge y de la que, en definitiva, surge la materia
misma. Aquel vacío, aquella nada, es la que propicia las verdades y bellezas
que algunas veces percibimos totales e infinitas un instante.
Una de las
percepciones más profunda e interesantes que podemos adquirir de la retórica
poética es que hay maneras muy diversas de aprehender el mundo. Es algo por
casi todos reconocido, pero en modo alguno la ciencia ha aceptado como
verdadera interpretación de la realidad aquella que no esté sujeta a sus
principios y metodología. Los límites de la ciencia convencional (ortodoxa),
¿no comienzan a ser acaso más una rémora que un incentivo para abrir una vía de
entendimiento amplia de la misma naturaleza?
Francisco Acuyo
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