Para la sección de Extractos críticos del blog Ancile, traemos una nueva entrada, divertidísima, del poeta, profesor y queridísimo amigo Antonio Carvajal, bajo el título: ¿Échate o Echa té?, de cuya retranca y ocurrentes peculiaridades ortográficas no se hace responsable este blog ni el responsable que lo dirige.
¿ËCHATE
O ECHA TÉ?,
POR ANTONIO CARVAJAL
Aunque la Papal Academia
Vaticana haya sindicado a los santos arcánjeles
y reducido al 29 de setiembre, Córdoba sigue celebrando el patrocinio de san
Rafael el día 24 de octubre. Hay que estar informado
de esta permanencia de patrocinio y festividad para entender, entre otras
muchas materias artísticas, algunos cuadros de don Julio Romero de Torres, ese
romance de san Federico García (digno de una emperatriz), y no pocas coplas de
autor desconocido, como aquella soleá que canta "Válgame san Rafael, /
tener el agua tan cerca / y no poderla beber". Pues bien, lo que pierde el
Vaticano se suple con bonhomía cultural desde ONU/USA y así el 24 de octubre ha
pasado a ser Día de las Bibliotecas. No conozco persona humana de jénero femenino
que en número singular ostente tan lindo nombre, pero no me estrañaré si me
dicen que hayla, como no conozco ninguna Juana de Dios que haya mudado su
nombre por Mujer Trabajadora, ambas con onomástica el 8 de marzo. Sobre los
nombres laicamente adecuados para los otros jéneros (masculino, común, epiceno,
ambiguo y neutro) escribiré en sus días señalados.
Ocuparme del 24 de octubre lo hago con silencios que me impone la piedad y voces en el desierto de Sonora que me dicta la razón. ¿Sabe mi lector (voz de jénero común en su inicio) que México concentra un tercio de hablantes del español y que su Academia Mexicana de la Lengua Española no acató la ortografía de 2010 que el resto de academias de lo mismo impone a sus escribientes? Apenas los hablantes de nacionalidad española alcanzamos a ser un diezmo, mas como nuestra Academia es Real se considera por encima de las restantes (republicanas, pobrecillas) y nos esije acatamiento aún a sus dictados más dictatoriales y menos racionales. En mis cortas luces, no alcanzo por qué escribir atildadamente el pronombre ti se considera una falta de ortografía cuando en realidad es una sobra, pues no es económica una ecepción en un conjunto cerrado de tres elementos (mí, tí, sí) ni esa censurada tilde perturba lo más mínimo, ni una tilde siquiera, la comunicación, pues se niega a los ojos pero consta al oído y, ya metidos en este berenjenal, para qué sirve atildar el té de las 5 cuando le pedimos a nuestra grata compañía “echa té” y en vez de verter la infusión en la taza se tiende en el sofá? Resumo: soy un ardiente defensor de la pulcritud de nuestra Lengua, no me canso de estudiarla y la paladeo con gusto y la recuerdo con melifluo retrogusto si la recibo armonizada por nuestros grandes escritores en cuyo uso esplende. Pero admite la Academia el uso de la conjunción “o” como enlace de los dos miembros finales de una enumeración ejemplificadora, uso que me parece muestra de confusión mental y perezoso contajio de lo peor, y no piensa en la conveniencia de aceptar el apócope de la preposición para (pa), ni sus resultantes adverbios de dirección, olvidando que la lengua está viva, que adelante es un aglomerado de palabrejas latinas (ad-de-in-ante) debidamente compactadas por el español y que esa tendencia aglutinante actúa en el habla fértil y reduce con garbo y buen uso la construcción “para adelante” y la deja en un palante más breve y con el mismo pleno significado. En cambio, nuestros académicos dominantes pierden el tiempo en definir, o sea, poner fines o lindes, al indefinible por estensísimo jilipollas, sin darse cuenta, aysé, de que la jilipollez no tiene fin, sencillamente se muestra con el índice para señalar un ejemplo. Velay (que se usa poco).
Y, mientras, los
retoños del dómine Cabra balan (o sea, disparan con cañón), trinan y trenan
contra quienes atildan el ti, los suspenden, les hacen repetir curso, fracasar
en oposiciones, perder la autoestima y hasta llegar al suicidio. Se me dirá que
tí, así, con su tilde, es un dígrafo, que obliga a dar dos teclazos en el
ordenador, pero ¿todos los escribientes del español tienen personal computador,
teléfono móvil y claqueta? ¿Tan ricos nos hemos vuelto los hispanógrafos?
¿Recuerda alguien que los primeros teclados no tenían la ñ y al usarlos nos
deseábamos en el momento oportuno “feliz ano nuevo”?
Así nos sea.
Antonio Carvajal
Motril, 2 de octubre-5 de noviembre de 2022, con
puente laboral por medio.
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