viernes, 4 de noviembre de 2022

SOBRE LA INDIVIDUALIDAD POÉTICA 3

 Ponemos punto y final a la serie de post intitulados Sobre la individualidad poética, con su tercera entrega, para la sección de Extractos críticos del blog Ancile.


SOBRE LA INDIVIDUALIDAD POÉTICA 3



SOBRE LA INDIVIDUALIDAD POÉTICA 3, FRANCISCO ACUYO


Aquel reflejo moral del mundo sustentado por el logos para llegar al ethos requiere un propósito justo para sí, que sólo puede alcanzarse mediante la dignidad de ser individuo digno de respeto.

Reflexionaba, insisto, en aquella exposición, que la aspiración de aquel ethos era (y es), sin duda, el impedimento de la destrucción personal (y por ende social), por lo que sigue pareciéndonos igual de indiscutible ahora que entonces, y que esa ética ha de estar basada en la excelencia humana (areté) que indaga en la justicia, en la verdad y el bien, y que precisa de la aspiración sincera a la bondad, pero, ¿dónde ha quedado en nuestros días aciagos esta fundamental aspiración?

Pero lo cierto es que vivimos la era de la postverdad (posmodernidad), que lo pone todo crudamente en entredicho, y la socialización de aquellas obras que deben ser verdad para todos pierden la esperanza de su autenticidad, que no es otra que la que aspira la anthrópeia philosophía (filosofía de las cosas humanas) y que atañe, insisto, inevitablemente a cada individuo.

No hace falta mucha imaginación para percibir hasta qué punto es disparatado el mundo de los conceptos y del lenguaje en nuestra época, y lo imposible que puede ser desarrollar un proyecto ético genuino, si se pretende recusar los antiguos e indispensables parámetros ético-filosóficos, y cómo, incluso, una de las manifestaciones del arte (literario) más antiguo y genuino, cual es la poesía, acaba diluyendo sus principios más básicos de construcción, expresión y entendimiento en la nanidad de nuestros días, si hemos de dar la razón a los censores cínicos, inclinados al rechazo irreflexivo de la indagación e invectiva de lo auténtico.

Debemos, pues, reconocer que el antidualismo característico del pensamiento posmoderno llevó, sin embargo, a los otros que querían rescatar de la postergación y la inadvertencia, al olvido de su ser individual, donde los marginados y oprimidos son también producto descuidado de su ser común, que no es otro que el individuo.

Su atención obsesiva al cuestionamiento textual y el giro lingüístico exacerbado, me pregunto, si no les hace obviar las manifestaciones más genuinas del lenguaje como es la poesía, donde se enfrenta singularmente la realidad de dicho lenguaje común, con otra más profunda y conectada con lo que muy bien pudiese considerarse como lo más universal de todo individuo: su ser como algo que pudiera o, al menos debiera ser duradero, verdadero y manifiesto en su personalidad en cualquier hora y lugar.

SOBRE LA INDIVIDUALIDAD POÉTICA 3, FRANCISCO ACUYO
Es así que el poema, cada poema es una realidad sujeta al poeta y, por supuesto, a quien lo lee, saborea y suscribe en su personal exégesis, pues uno y otro no son sino un individuo, acaso el mismo. Puede una verdad cuestionarse, pero no la universalidad de esta anclada en la diversidad de cada persona individual, máxime si está rememorando que la totalidad de lo que somos como humanidad es algo gracias a esa individualidad que persigue la verdad del ethos y la inviste de dignidad (dignitas, decíamos) para cada ser humano.

            Cabe preguntarse si otra de las singulares características, acaso más perniciosas de esta intelectualidad posmoderna, ha sido su apego al materialismo más irracional, a veces, recalcitrante (así lo dejaron manifiesto algunas de las mentes críticas de dicha posmodernidad). No deja de resultar curioso que esto suceda cuando, a través de los descubrimientos y reflexiones extraídos de la misma ciencia (física cuántica, relatividad, teoría del caos…) se muestra que dichas presunciones absolutas (como lo fue el tiempo y el espacio, por ejemplo) no han servido de gran cosa para acercarse a la realidad, ya que se ofrecen como principios y patrones positivos materialistas, cuyo dogma de fe generalmente admitido,  ¡es una realidad científicamente indemostrable! que ha impedido e impide ir un paso si quiera más allá con el que mostrar sus inevitables límites, y con ellos, que en realidad, no sabemos todavía con certeza cosas fundamentales que presumíamos sabidas, sirva como ejemplo: qué es y de dónde viene la misma materia.

Si hacemos una reflexión breve sobre los principios básicos de la intelectualidad posmoderna, no dejamos de recabar una vez tras otra información básica de sus evidentes deficiencias ; sirva de ejemplo: el escepticismo hacia las teorías universalizadoras (Lyotard) se centra en la supuesta alienación tecnológica, pero nunca sobre lo esencial de esa enajenación, si impuesta en el ser y en la existencia de cada individuo, y aunque se critique el lenguaje impuesto como realidad por la modernidad, para esclavización colectiva, y puesta a punto para el utilitarismo y la efectividad, no se pone tampoco suficiente énfasis en el lenguaje subjetivo, ¿inútil? y creativo por excelencia cual es el de la poesía, y que no puede ser un juego del lenguaje, pues nos habla de una verdad más profunda por ser profundamente individual.

            Otro ejemplo lo podemos ver en el simulacro de los modelos virtuales de la modernidad, que, si bien son los modelos evidentes de la alienación, no lo son tanto social como del individuo que observa cómo socialmente se construye el artefacto de una realidad (hiperrealidad según Baudillard)[1] desvirtuada, que olvida lo sustancial del individuo y que en el fondo de su ser quiere pasar del pensamiento netamente discursivo a otro, articulado, mediante un lenguaje que revalorice el ser a través de la acción vital y creativa, que rebase la automatización del razonamiento y análisis lógico para optar por una vía de reafirmación de la persona que quiere contemplar activamente el mundo y así misma. O si, atendemos a aquella Babel informativa de la modernidad (Vattimo) que se produce en masa para las masas, nunca para la formación y el crecimiento del individuo, pero, ¿atendemos al origen del acto que hace ser al individuo? ¿Nos preocupamos por aquel nous aristotélico mediante el que nos contemplamos inteligentemente en lo más íntimo de nosotros mismos? ¿Hasta dónde llegó el impulso posmoderno en cuestiones de tan profundo calado? Ahora bien, ¿si hemos perdió toda conexión con las raíces más profundas del ser individual por el implacable avance de la inhumana tecnología, ya no somos capaces de escuchar el logos cósmico que, sin duda, todavía reside más o menos secretamente en las conciencias de cada individuo? Por eso lo del poema de Aleixandre que nos integra como criaturas únicas en el mundo. Si la Era del vacío (Lipovetsky)[2] de nuestra sociedad posmoderna impone su ley, ¿a qué responde que esa crítica posmoderna no acabe de calar en el alma del individuo actual si no es porque dicho individuo no está ahí, en el Da- sein (Heidegger), en el presente individual de las cosas, que no es sino el misterio de la existencia, y cuyo enigma trasciende cualquier marco de referencia instrumental o tecnológico?

Todas estas interrogantes han de servirnos para descifrar y evaluar las ausencias y silencios ontológicos, fenomenológicos y epistemológicos ante determinados acaeceres y realidades que afectan plenamente al individuo que siente, reflexiona y que trata de entender y a su vez entenderse en el mundoPara comprender el célebre imaginario (de Castoriadis)[3] en donde se dice que subyace el origen mismo del pensamiento y del lenguaje que está más allá de cualquier logicismo, si está incardinado en las relaciones simbólicas de las que es capaz, y si no pueden entenderse ni las analogías, ni las sensaciones ni las metáforas, es muy difícil justificar su realidad, que se aviene al sujeto, cuya conciencia es y debe ser individual, y con él establecer parámetros creíbles sobre la creación humana

Insistimos que la poesía, en su subjetivismo es una muestra palmaria de este necesario e importantísimo reconocimiento de la individualidad. El imaginario colectivo no es sino el sincretismo de la actividad y hacer del individuo.

El legein del lenguaje[4] como representación identitaria de lo social no es nada sin la persona que lo produce, y cuya lógica (logos) se sitúa más allá de una representación social, si realmente aspira a ser profundamente creativo. Esto puede constatarse en la expresión poética, que supera el teukhein[5] instrumental (comunicativo) del lenguaje para ser creación viva, conocimiento y expresión de lo más íntimo del individuo, que ha de despertar el corazón sin que la tiranía del pensamiento robe, todo simulacro, la verdadera vida.

Mucho se ha hablado de la necesidad de una revolución del uso del lenguaje. Se ha preferido el reproche por el silencio antes que perecer por el abuso de las palabras. Pero, ¿qué modo de expresión sería este? Tanto valdría aspirar a articular un verbo estelar para comprensión de todos los astros que hallar un lenguaje suficiente satisfactorio para cualquiera logomaquia de razón que no pudiese mentir o ser falseada. No obstante, hay un lenguaje singular, el poético, que pasó inadvertido por apercibirse adulterado al calificarse como literario (tanto al moderno como al posmoderno intelectual), ¿No será en el fondo por no ir conducido siempre por juicios de razón?

En la observación del lenguaje poético contemplamos al individuo a través de un verbo trasgresor de la norma lógica, que supone  la superación de la lengua en su sistemática formal, y lo hace para hablarnos como lo hace la misma naturaleza a través de los árboles, los manantiales, las montañas, las estrellas… pues todos ellos forman parte del anima mundi que activa el pulso orgánico del universo, y el no menos vital de la poesía, puesto que los símbolos, metáforas, analogías verdaderamente poéticos no son en modo alguno lineales y mecánicos, forman parte de la organicidad del cosmos que llega a nosotros por la experiencia individual y ontológica de la existencia del ser en el mundo. El poeta verdadero sabe que: El mundo es de hecho un ser viviente dotado de alma e inteligencia,[6] son las criaturas en la aurora del poeta que, en fin, nos hablan como:

 

 inocentes, amorosos seres mortales
de un mundo virginal que diariamente se repetía
cuando la vida sonaba en las gargantas felices
de las aves, los ríos, los aires y los hombres.





Francisco Acuyo



[1] Baudillard, J.: Cultura y simulacro, Kairós, Barcelona, 2007.

[2] Lipovestky, G:: La era del vacío, Anagrama, Madrid, 1998.

[3] Castoriadis, C.: La institución imaginaria de la sociedad, Tusquets, Barcelona, 1977.

[4] Ibidem.

[5] Ibidem.

[6] Platón, Timeo, Obras completas, Aguilar, Madrid, 1997, Pág. 567.


SOBRE LA INDIVIDUALIDAD POÉTICA 3, FRANCISCO ACUYO


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